jueves, 27 de junio de 2013

LOS MANDAMIENTOS

Los mandamientos
Nuestro Señor Jesucristo ha enseñado que para salvarse es necesario cumplir los mandamientos.  Cuando el joven rico le pregunta: “Maestro, ¿que he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?” Jesús responde primero invocando la necesidad de reconocer a Dios como el único Bueno, como el Bien por excelencia y como la fuente de todo bien.  Luego Jesús le declara: “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”.  Y cita a su interlocutor los preceptos que se refieren al amor del prójimo: “No matarás, no cometerás adulterio, no robaras, no levantarás testimonio falso, honra a tu padre y a tu madre”.  Finalmente, Jesús resume estos mandamientos de una manera positiva: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.


Los diez mandamientos enuncian las exigencias del amor de Dios y del prójimo. Los tres primeros se refieren más explícitamente al amor de Dios y los otros siete al amor del prójimo (Catecismo, 2067).  Sin embargo, el Decálogo forma una unidad indisociable.  No se puede honrar a otro hombre sin bendecir a Dios su Creador, ni se puede adorar a Dios sin amar a todos los hombres que son sus criaturas (cfr.  Catecismo, 2069).

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