martes, 31 de enero de 2017

UN EXTRAÑO LLAMADO, "EL TELÉFONO"


Unos cuantos años después que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién llegado a nuestra pequeña población. Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.

El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros. Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.

Mis padres eran instructores complementarios: Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer.

Pero el extraño era nuestro narrador. Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias. El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.

¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro! Llevó a mi familia al primer partido de fútbol. Me hacía reír, y me hacía llorar. El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba. A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. (Ahora me pregunto si ella habrá rogado alguna vez, para que el extraño se fuera.)

Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas. Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra casa… Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase. Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacía que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.

Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el extraño nos animó a intentarlo y a hacerlo regularmente. Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas. 

Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos, y generalmente vergonzosos. Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño. Repetidas veces lo criticaron, mas nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.

Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con nuestra familia. Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio. No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía.


¿Su nombre? Nosotros lo llamamos, EL TELÉFONO

EL VALOR SAGRADO DE LA VIDA HUMANA


Si repasamos las primeras páginas del libro del Génesis, encontraremos la narración de la creación del hombre en el capítulo 1, 26 - 31 y en el capítulo 2, 7. La vida humana que es algo bueno, y es un regalo de Dios, se transmite únicamente por la unión sexual del hombre y la mujer. De ninguna otra forma se transfiere. De igual forma, como con los ojos sólo se puede ver, así, sólo con los órganos sexuales se consigue formar una nueva vida.

De esta forma, los padres en su unión sexual, desempeñan el papel de colaboradores de Dios, de su Providencia, en la transmisión de una vida. Los papás colaboran con Dios concibiendo el cuerpo del nuevo niño con su ayuda.
¿Cuándo es creada el alma?     
              
El alma es creada inmediatamente de la nada por Dios Nuestro Señor, en el mismo instante de la concepción. Podemos ver, pues, que los padres no dan el alma al nuevo niño, sino tan sólo el cuerpo por voluntad de Dios. Dios es el primero y principal Autor y Señor de la vida; el hombre no es más que su colaborador, su ayudante. La vida viene de Dios. Por lo tanto, el hombre debe de cuidar su propia vida y la de los demás. Los padres intervienen en un milagro asombroso. Decía Santo Tomás de Aquino: “Es más milagro el crear almas, aunque esto maraville menos, que iluminar a un ciego; sin embargo, como esto último es más raro, se tiene por más admirable”.

San Agustín, otro gran Doctor de la Iglesia, se maravilla incluso más ante el hecho de la creación de un nuevo hombre que ante la misma resurrección de un muerto. Cuando Dios resucita a un muerto, vuelve a juntar los huesos y cenizas que ya existían; sin embargo, ante la creación de un hombre dice: “Tú antes de llegar a ser hombre no eras ni cenizas ni huesos; y, sin embargo, haz sido hecho, no siendo antes absolutamente nada” (Sermón 127, 11, 15).

Los hijos son el amor que se hace vida. Son imagen y semejanza de Dios. Engendrar a los hijos es, pues, participar en el poder de Dios como creador, pues se generan nuevas personas, nuevas imágenes y semejanza de Dios. Son como un espejo donde el mismo Dios puede mirarse y contemplarse, y descubrir en ellos algunos de los rasgos que Él tiene: inteligencia, voluntad, libertad, capacidad para amar. 

lunes, 30 de enero de 2017

LA TRANSMISIÓN Y CONSERVACIÓN DE LA VIDA


El ser humano, hombre y mujer, ha sido creado por Dios como su colaborador en la misión de transmitir y de conservar la vida. Por ello, el ser humano tiene un cuerpo y una naturaleza que funcionan como Dios ha querido: es la naturaleza. El hombre ha de obedecer lo que Dios puso en la propia naturaleza. Para poder entender mejor esto, hablaremos primero del valor sagrado de la vida y de la forma de pensar de muchas gentes en contra de la vida, lo que se llama: la mentalidad anti-vida.

sábado, 14 de enero de 2017

¿HABRÁ ALEGRIA EN PERDONAR?


Encontramos alegría al perdonar porque al hacerlo nos parecemos, un poco más, a Dios. El perdón es beneficioso para las dos partes: quien perdona es feliz porque concede un don precioso; el que es perdonado se alegra porque es aceptado de nuevo, y así repara la afrenta.

Nuestra alegría se alimenta de nobles y buenas acciones. Una de las más grande es perdonar.


«Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy otra vez para renovar mi alianza (mi vida) contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor; acéptame una vez mas entre tus brazos redentores»

EL SALUDO


¿Qué significa decir buenos días? significa, un deseo sincero pronunciado amablemente, es el deseo expresado de pedir nuevas gracias para un nuevo día.


Al saludo ha precedido un encuentro, y un encuentro entre personas nunca es cualquier cosa: dos seres se descubren mutuamente y están juntos por largo o breve tiempo. La calidad del saludo manifiesta interés, acogida o rechazo, indiferencia o afecto.