Concatedral Chimaltenango |
El docente, con la debida seriedad pero también con una pizca de ironía, abordó la cuestión, tan actual y delicada, partiendo de la constatación de que cada vez más personas creen que es posible vivir juntos sin casarse. Las uniones more uxorio, en efecto, aumentan exponencialmente, mientras disminuyen los matrimonios. “No es que cada vez más jóvenes no se casan en la Iglesia - ha señalado el docente- sino que, simplemente, no se casan”.
Si el matrimonio es visto sólo como una formalidad
Cada vez más, las parejas piensan que, al fin y al cabo, no es tan importante ‘oficializar’ su vínculo. “Muchos tienen una visión legalista del matrimonio y lo reducen a una formalidad, lo asocian a un documento o a una fiesta maravillosa”, explicó el profesor Franceschi. “Pero el matrimonio es mucho más: limitarse a legalizar la unión no es propiamente contraer matrimonio.
El matrimonio no es algo construido por las leyes y las culturas, es una realidad natural, que, sin embargo, no se agota en absoluto en el plano biológico y del instinto: es muy 'natural' en el sentido de que es la forma humana del desarrollo completo de la sexualidad. Por esto, debemos encontrar modos para explicar a los jóvenes que el don de sí, en cuanto varón y mujer, en una unión exclusiva, fiel, indisoluble y fecunda, representa el bien del ser hombre o mujer. Y no porque lo digan la Iglesia o el Estado, sino porque es así antropológicamente”.
Fuente: Family and media
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