Con el IV domingo de
Adviento, la Navidad del Señor está ya ante nosotros. La liturgia, con las
palabras del profeta Miqueas, invita a mirar a Belén, la pequeña ciudad de
Judea testigo del gran acontecimiento: “Pero tú, Belén de Efratá, la más
pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Su origen es
desde lo antiguo, de tiempo inmemorial”.
Mil años antes de Cristo, en Belén
había nacido el gran rey David, al que las Escrituras concuerdan en presentar
como antepasado del Mesías. El Evangelio de san Lucas narra que Jesús nació en
Belén porque José, el esposo de María, siendo de la “casa de David”, tuvo que
dirigirse a esa aldea para el censo, y precisamente en esos días María dio a
luz a Jesús.
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