El que come mi carne y bebe
mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es
verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe
mi sangre, habita en mí y yo en él.
Así fueron las primeras
comuniones de los niños en nuestra parroquia en este año, agradecimiento
profundo a todos los catequistas en la formación de los niños.
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