El alcohol, desde el punto
de vista bíblico, no es malo en sí mismo, sino el uso que le demos. El alcohol
procede de vegetales, de plantas, seres vivos creados por Dios. No es malo de
por sí lo que Dios ha creado, sí puede serlo el mal uso que hagamos seres
pecaminosos y tan tendentes a equivocarnos como somos los hombres.
¿Nos advierte la Biblia
frente al alcohol? Indudablemente:
Proverbios 20:1: “El vino
lleva a la insolencia, y la bebida embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus
efectos se comporta sabiamente!”
Proverbios 21:17: “El que
ama el placer se quedará en la pobreza; el que ama el vino y los perfumes jamás
será rico”.
Proverbios 23:20: “No te
juntes con los que beben mucho vino, ni con los que se hartan de carne, pues
borrachos y glotones, por su indolencia, acaban harapientos y en la pobreza”.
1 Corintios 6:10: “Ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios”.
Efesios 5:18: “No se
emborrachen con vino, que lleva al desenfreno. Al contrario, sean llenos del
Espíritu”.
1 Timoteo 3:8: “Los
diáconos, igualmente, deben ser honorables, sinceros, no amigos del mucho vino
ni codiciosos de las ganancias mal habidas”.
Tito 1:7: “El obispo tiene a
su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable: no arrogante, ni
iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas”.
Tito 2:3: “A las ancianas,
enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al
mucho vino. Deben enseñar lo bueno”.
En Deuteronomio 21 se
establecía como castigo, en la nación de Israel, la muerte para el hijo que
fuera rebelde contumaz y borracho (¿se imaginan eso hoy con los botelloneros
actuales? ¡La población juvenil acabaría casi diezmada!).
“Si alguno tuviere un
hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de
su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su
padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta
del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es
contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces
todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de
en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá”.
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