“Recibiréis la fuerza
del Espíritu Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Con estas palabras, Jesús se despide de los
Apóstoles, como acabamos de escuchar en la primera lectura. Inmediatamente
después, el autor sagrado añade que “fue elevado en presencia de ellos, y una
nube le ocultó a sus ojos”. Es el misterio de la Ascensión, que hoy celebramos
solemnemente. Pero ¿qué nos quieren comunicar la Biblia y la liturgia diciendo
que Jesús “fue elevado”? El uso del
verbo “elevar” tiene su origen en el Antiguo Testamento, y se refiere a la toma
de posesión de la realeza. Por tanto, la Ascensión de Cristo significa, en
primer lugar, la toma de posesión del Hijo del hombre crucificado y resucitado
de la realeza de Dios sobre el mundo.
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