sábado, 13 de agosto de 2016

LA CARIDAD ANTE EL EGOÍSMO


La Palabra de Dios de este domingo contiene unas palabra de Jesús que nos pone en crisis, y que se ha de explicar, porque de otro modo puede generar malentendidos. Jesús dice a los discípulos: “¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división”. ¿Qué significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se le decora y queda muy bonito para cada ocasión. No, la fe no es esto.

La fe comporta elegir a Dios como criterio- base de la vida, y Dios no es vacío, Dios no es neutro, Dios es siempre positivo, Dio es amor, y el amor es positivo. Después de que Jesús vino al mundo no se puede actuar como si no conociéramos a Dios. Como si fuese una cosa abstracta, vacía, no, Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros. Por esto Jesús dice: he venido a traer división; no es que Jesús quiera dividir a los hombres entre sí, al contrario: Jesús es nuestra paz, nuestra reconciliación. 

Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad, esta paz no es un acuerdo a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y elegir el bien, la verdad, la justicia, incluso cuando esto requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Pero atención: no es Jesús quien divide. Él pone el criterio: vivir para sí mismos, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo, u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es “signo de contradicción”.

La verdad divide frente a la mentira; la caridad ante el egoísmo, la justicia frente a la injusticia. En el mundo –y en nuestro interior– hay mezcla de bien y de mal; y tenemos que optar, siendo conscientes de que la fidelidad es “incómoda”. Parece más fácil complacer a los demás.

Nos tienta hacer un “evangelio” y un “Jesús” a nuestra medida, según nuestros gustos y pasiones. Benedicto XVI ha afirmado que «Jesucristo no es una simple convicción privada o una doctrina abstracta, son una persona real cuya entrada en la historia es capaz de renovar la vida de todos».
El modelo supremos es Jesús (hemos de “tener la mirada puesta en Él”, especialmente en las dificultades y persecuciones). Él aceptó voluntariamente el suplicio de la Cruz para reparar nuestra libertad y recuperar nuestra felicidad: «La libertad de Dios y la libertad del hombre se han encontrado definitivamente en su carne crucificada» (Benedicto XVI). 

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