sábado, 30 de julio de 2016

LA CODICIA


En este domingo, la palabra de Dios nos estimula a reflexionar sobre cómo debe ser nuestra relación con los bienes materiales. La riqueza, aun siendo en sí un bien, no se debe considerar un bien absoluto. Sobre todo, no garantiza la salvación. En el evangélica de hoy, Jesús pone en guardia a sus discípulos precisamente contra este riesgo. Es sabiduría y virtud no apegar el corazón a los bienes de este mundo, porque todo pasa, todo puede terminar bruscamente. Para los cristianos, el verdadero tesoro que debemos buscar sin cesar se halla en las “cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”. Nos lo recuerda hoy san Pablo en la carta a los Colosenses, añadiendo que nuestra vida “está oculta con Cristo en Dios”.

¡Cuántas veces las cuestiones de herencia envenenan a las familias, transforman en enemigos a los hermanos, quitan el saludo y se llevan por delante abogados y tribunales!). Jesús respondió: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez para repartir la herencia entre ustedes?». Y dijo a la gente: «Mirad: cuídense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Hay algo que podemos llevar con nosotros, que nos sigue a cualquier parte, también más allá de la muerte: no son los bienes sino las obras; no lo que hemos tenido sino lo que hemos hecho. Por lo tanto, lo más importante en la vida no es tener bienes, sino hacer el bien, porque esto es lo que permanece o dura para siempre: «Dichosos los muertos que mueren en el Señor... sus obras los acompañan» (Apocalipsis 14, 13).

Si este hombre del que nos habla Jesús en el Evangelio viviera hoy, muchos lo tendrían por un triunfador. El Maestro sin embargo le llamó necio; no por el dinero ganado sino por el uso egoísta al que pensaba destinarlo. Víctima de la enfermedad cancerosa del egoísmo no se daba cuenta de que sus ganancias no eran el fruto de su trabajo, sino también de todo un patrimonio de experiencias, ideas y esfuerzos que le transmitieron generaciones anteriores a él y que alumbraron una civilización que ahora le permitían enriquecerse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.