domingo, 29 de octubre de 2017

EL PASTOR NO DEBE HUIR


Talvez esta beatificación debería llamar la atención ante todo de los sacerdotes; los de Estados Unidos, especialmente en Oklahoma y los de Guatemala particularmente en Sololá-Chimaltenango. En este momento histórico en que nuestra Iglesia es devastada por los escándalos de algunos, necesitamos atractivos modelos de sacerdotes santos, fieles y llenos de caridad pastoral. Al acercarnos a la vida, al ministerio y al martirio del Beato Stanley, comprobamos por qué la Providencia ha permitido que lo veamos hoy en los altares.

Su vida sacerdotal ordinaria y sencilla lo hacen paradójicamente muy extraordinario. Los ideales de vida sacerdotal son encarnados en la realidad de todos los días y la entrega gozosa de la entera existencia se hace algo tangible. El paradigma de una vida santa nos interpela y nos equilibra: mientras celebramos los sagrados misterios con  la dignidad que aprendimos en el Seminario, nos santificamos y santificamos al pueblo de Dios; administramos los  sacramentos; somos maestros de la Palabra y guiamos en la caridad a la grey del Señor. El nuevo Beato también nos impele a dejarnos tocar por   aquel   rebaño   que cuidamos, tan sediento de Dios y tan lleno de fe; pero al mismo tiempo tan herido, tan pobre, tan relegado… y nos impulsa también a buscar soluciones, como Apla’s en Atitlán, en su pequeña misión, con sus siembras, en su escuela, en su querida iglesia. El pastor no puede huir tampoco de esta realidad.

… otra forma muy profunda
de justicia, era su deseo de ver que la gente tuviera la oportunidad de aprender verdaderamente  quién  es Jesús.  

La beatificación del Padre Apla’s también llama la atención de los fieles. Ellos, con esperanza y sencillez buscan a Jesucristo y acuden a nuestras parroquias.  Todos ellos igualmente están llamados a hacer presente el amor de Dios en cada aspecto de la vida cotidiana. Empeñados en esta meta, todos confirmamos la certeza de que el Señor no deja de proveer buenos pastores para su rebaño. El ejemplo de un sacerdote fiel debe acrecentar el gozo de todos para vivir la fe aún contra corriente, en un mundo organizado desde intereses egoístas de personas y grupos, sin dejarnos amedrentar por una opinión pública cada vez más hostil a la Iglesia. 



Este acontecimiento histórico también llama la atención a la entera Iglesia en Guatemala. Desde la perspectiva de la fe –que es la que más cuenta- el reconocimiento de la vida santa   heroica  de  una  persona,  es  una especie de epifanía del querer divino que se revela asombrosamente en  el  tiempo  del hombre. Por eso cada santo es providencial para su tiempo. La beatificación de Stanley Rother no es una ocasión para echar mano de ideologías rancias. 

Tampoco se trata de insistir  en  la  capacidad  económica  para “comprar santidades”. Más bien, a partir de este momento de gracia, deberíamos seguir apostando,  con  renovado  vigor,  por  la buena formación de los seminaristas y los sacerdotes. Con  el mismo ánimo, bien podríamos retomar aquella tarea de dignificar y no olvidar a los otros, que como Stanley  también  han sido testigos fieles en aquella época lóbrega y terriblemente dolorosa de nuestra reciente historia. Sacerdotes, religiosos, laicos, catequistas como Diego Quic, secuestrado en el atrio de la iglesia a la vista de todos, o Miguel  Buch, asesinado  en  su  casa  de Parramos mientras rezaba el rosario… y tantos más que con su amor a Jesucristo y su vida cristiana ejemplar han dado un testimonio heroico.

El proceso de beatificación del Padre Stanley fue impulsado principalmente fuera de Guatemala, en parte tal vez por las posibilidades digamos técnicas. Esto tal vez también haya sido providencial porque ha permitido conocer con mejor perspectiva la vida sacerdotal de un hombre sencillo, ordinario como  dicen  en  Oklahoma y  sin banderas ideológicas o políticas: ¡un sacerdote según el corazón de Cristo!

Lo advertía hace años el Padre Gregorio Scheffer: Stanley no tenía ningún interés en la política. Justicia sí, justicia y derechos humanos pero política en su sentido literal no.  Mostrar justicia era su lucha. Ver que la gente tuviera algo mejor era su constante lucha, así como un gran deseo por la educación al alcance de la gente y aquellos que la aspiraban. Su participación en el campo a las afueras del pueblo. Todo por su gran deseo de hacer el bien, esto en el sentido de la justicia y en otro sentido, otra forma muy profunda de justicia, era su deseo de ver que la gente tuviera la oportunidad de aprender verdaderamente quién es Jesús. Conversando con los dos hermanos del Beato, que aún viven en Okarche el pueblo natal, también descubrimos que el ambiente familiar, sencillo, auténtico, católico, hicieron que la vocación y la santidad de “Stan” no fueran algo improvisado. La semilla plantada desde la infancia, dio fruto fecundo en el Ministerio.


Nosotros nos llenamos de gozo y agradecimiento al ver cumplidas las palabras divinas: Ustedes son la luz del mundo… Alumbre así su luz ante los hombres (Mt. 14. 16). En Oklahoma, durante la solemne ceremonia de beatificación, también compartimos la alegría y recibimos las felicitaciones de hermanos cristianos de otras denominaciones y otros no cristianos. En Guatemala penosamente no ha sido así.

El  evento pasó casi  desapercibido en  los medios de comunicación laicos; los únicos comentarios de gente no católica, resultan ser de ignorante crítica y absurdo rencor. Pero no perdemos el sueño por eso, porque la alegría de este acontecimiento y la vida de Stanley, como bien que se difunde, también es para los que, sin saberlo, bien les vendría conocerlo.  La caridad de Cristo nos obliga a anunciar el testimonio de los mártires y a no callar. El testimonio de la vida es la mejor garantía de la veracidad de nuestra predicación y los santos la mejor demostración: estos son los que han lavado sus túnicas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios y le sirven de día y de noche en su templo (Ap. 14.15). Por eso, en nuestro tiempo, como en otros, lo que cuenta es la coherencia con la que se vive la fe.

P. Tulio Omar

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.