Dios nos perdona pero sólo
si nosotros queremos, si se lo pedimos, si nos arrepentimos y si perdonamos al
prójimo. Si no se dan estos requisitos, Dios no puede perdonarnos. Por eso
Jesús nos enseñó a pedir en el Padrenuestro: “Perdona nuestras ofensas como
también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Cada vez que uno perdona,
opta por cancelar la deuda moral que el otro ha contraído con su proceder. Al
perdonar al otro, lo libero en cuanto deudor, pero no suprimo la ofensa como si
nunca hubiera existido. Eso solamente lo puede hacer Dios. Perdonar, pues,
implica pedir a Dios que perdone.
Fuente; Catholic.net
Fuente; Catholic.net
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