El nacimiento de la Madre
de Dios es la introducción de todo este cúmulo de bienes, introducción que
hallará su término y complemento en la unión del Verbo con la carne que le
estaba destinada. El día de hoy nació la Virgen; es amamantada y se va
desarrollando; y es preparada para ser la madre de Dios, rey de todos los
siglos.
Un doble beneficio nos
aporta este hecho: nos conduce a la verdad y nos libera de una manera de vivir
sujeta a la esclavitud de la letra de la ley. ¿De qué modo tiene lugar esto?
Por el hecho de que la sombra se retira ante la llegada de la luz, y la gracia
sustituye a la letra de la ley por la libertad del espíritu. Precisamente la
fiesta de hoy representa el tránsito de un régimen al otro, en cuanto que
convierte en realidad lo que no era más que símbolo y figura, sustituyendo lo
antiguo por lo nuevo.
Que toda la creación,
pues, rebose de contento y contribuya a su modo a la alegría propia de este
día. Cielo y tierra se aúnen en esta celebración, y que la festeje con gozo
todo lo que hay en el mundo y por encima del mundo. Hoy, en efecto, ha sido
construido el santuario creado del Creador de todas las cosas, y la creación,
de un modo nuevo y más digno, queda dispuesta para hospedar en sí al supremo Creador.
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