La dirección espiritual
personal es indispensable para una formación personalizada e interiorizada del
candidato al presbiterado: “es un medio fundamental para la formación
sacerdotal y una condición de progreso espiritual durante toda la vida”. Por eso
es necesario redescubrir la gran tradición del acompañamiento espiritual
personal, que ha brindado tantos y preciosos frutos en la vida de la Iglesia.
Se trata de una orientación
o guía para todo el camino de perfección y contemplación cristiana y sacerdotal.
La dirección espiritual es una ayuda que un hombre maduro y equilibrado puede
ofrecer a otro, que está en crecimiento espiritual, para que este último haga
su camino de fe hasta alcanzar la madurez de su personalidad humana y
cristiana.
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