miércoles, 5 de enero de 2022

DESDE LAS REDES SOCIALES A LAS REDES REALES. LA SOLIDARIDAD CORRE EN LA WEB


Las redes sociales siguen siendo las herramientas que han tenido el impacto más significativo en nuestra vida de relación. Es una aparente paradoja que, lo que algunos llaman “instrumentos de una comunicación desencarnada", porque eliminan la interacción del cuerpo, se convierten, cada vez más, en un instrumento para que esos mismos cuerpos puedan encontrarse en la vida real, compartiendo eventos y experiencias de naturaleza distinta. 

Son muchas las personas que, a través de las redes sociales, y de la red en general, se conocen, o se encuentran y vuelven a verse; y sucede que esa relación no se limita sólo a la pantalla, sino que, a través de la red, somos capaces de construir verdaderas redes de solidaridad, de participación, que operan en territorios más o menos extensos. 

En todo el mundo se han difundido iniciativas, nacidas en Internet y que han crecido en las redes sociales, que permiten a las familias intercambiar no sólo reflexiones y experiencias, sino también ayudarse mutuamente, apoyarse recíprocamente en la vida cotidiana. 

Redes personales y redes familiares 

Las redes personales en las sociedades occidentales modernas suelen estar compuestas tanto por miembros de la familia como por miembros desconocidos. Las investigaciones muestran que los miembros de la familia fomentan el contacto con otros tipos de miembros de la familia. Las redes de familias, por lo tanto, se amplían y a menudo buscan el encuentro, más allá de la mera conexión, con fines de solidaridad, voluntariado o para compartir experiencias. 



Las redes sociales "virtuales" se convierten así en un instrumento de conexiones "reales" y son vistas, cada vez más, como un remedio para el individualismo y el aislamiento al que muchos se sienten condenados. Sucede, entonces, que la red se utiliza para construir relaciones y amistades que ojalá puedan transformarse, o volver a ser, reales, es decir, hechas de encuentros entre personas de carne y hueso. 

En la página web puedes buscar y contactar con el viejo amigo del colegio, el primo lejano, el profesor de bachillerato, y esto le pasa especialmente a la generación nacida en la segunda mitad del siglo XX; o los millennials y post-millenials pueden conectar con el youtuber más de moda, el influencer con más seguidores. La realidad virtual, ahora, ya no es sólo evasión, sino que se configura como una dimensión de la realidad que afecta profundamente la estructura y organización de nuestra mente y de la forma en que vivimos. 

Por esta razón, cuando hablamos de redes sociales preferimos, de momento, referirnos a las ‘redes sociales híbridas', es decir, constituidas al mismo tiempo por vínculos virtuales y reales. Los estudiosos hablan de un nuevo espacio social, la 'interrealidad', considerado mucho más maleable y dinámico que las redes sociales anteriores, y que caracteriza absolutamente la vida cotidiana de cada uno. 

Facebook, por ejemplo, representa un entorno en el que las relaciones online también se basan en relaciones offline y se mezclan con nuevas relaciones, cuyo propósito, en algunos casos, es compartir un proyecto común. A veces las comunidades virtuales están acompañadas por las existentes, amplificándolas, o bien las preceden, aumentando así las oportunidades y creando interacciones entre personas que no se conocen entre sí, pero que se unen para lograr un objetivo común de carácter social, o incluso económico (crowdfunding). 

Han llamado la atención de la prensa varios eventos que han contado con la participación de miles de personas, involucradas a través de la "plaza virtual", reunidas esta vez en las plazas reales. Pensemos en el eco de las acciones ecológicas de Greta Thunberg que, partiendo de la página web, y contando con la amplificación de los medios tradicionales, ha conseguido reunir en las plazas a millones de personas de todo el mundo. 

Después ha llegado el hashtag, herramienta de agregación inmediata y virtual por excelencia. Cada hashtag es un lugar donde cada uno puede decir lo suyo y ver lo que dicen los demás, y decidir reunirse. Miles de personas, reunidas a través de hashtags particulares, se reúnen en plazas reales para compartir momentos de oración y solidaridad, como ocurrió, por ejemplo, el día después de algunos atentados terroristas. 

Tal vez podamos decir realmente que ya no hay diferencia entre el mundo real y el mundo virtual. Es un hecho cotidiano que, más allá de la mayor o menor alfabetización informática, la vida real también pasa, inevitablemente, a través de los contactos online, y que todo esto, al final, produce el riesgo de aislarnos, aunque a menudo termine uniéndonos y uniéndonos realmente. 



¿Qué riesgos y qué beneficios? ¿Debemos preocuparnos o podemos aprovecharlo? 

La característica de las redes sociales, de ser aceleradoras y organizadoras de relaciones y sociabilidad, no debe asustarnos, si, como sucede con tantas experiencias positivas, estas relaciones son capaces de enriquecer de afectividad y significado profundo la vida dentro y fuera de la pantalla. 

El mensaje, y todo lo que la comunicación social puede transmitir y comunicar, más que identificarse automáticamente con el medio, dependerá principalmente de la persona, protagonista indiscutible de la relación, ya sea online que offline.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.