El arzobispo Mario Alberto Molina, de la Arquidiócesis de Los Altos, en
entrevista con Prensa Libre en su despacho, habló acerca de la inseguridad, la
pobreza, la desintegración familiar y la falta de conciencia política, como
algunos de los males que agobian a la sociedad del occidente del país.
¿Qué le preocupa de las familias como pilares de la
sociedad?
La
migración. Ese fenómeno social es el que más caro nos está saliendo. Las
remesas dan enorme estabilidad al país y permite a las familias que logren
educación, salud, vivienda, pero a largo plazo causan la ruptura estructural
familiar por la separación de sus integrantes.
¿La población demanda trabajo,
seguridad, educación y salud?
Son los
males que afectan a los ciudadanos. Creo que hace falta inversión para crear
puestos de trabajo, para que con ello la población obtenga ingresos económicos,
y de esa manera disminuiría la inseguridad, que causa la falta de oportunidades.
¿Cómo ha contribuido la fe a mitigar
estos males?
Si no se
tuviera ese poquito de fe, como dice la Biblia, estaríamos peor, porque esta
necesita crecer, y estoy convencido de que la fe cristiana contribuye a que
seamos mejores personas, por consiguiente una mejor sociedad.
¿Qué otros ingredientes hacen falta
en la vida?
Que el
Estado asuma su papel, al igual que todos los sectores, para poder salir
adelante como país. Yo puedo hacer la parte que me corresponde, pero esta no es
el único ingrediente de la receta. Aquí tenemos
que colaborar todos, el político desde la acción política, el empresario en la
acción empresarial, el cooperativista desde la cooperativa, el trabajador desde
su trabajo, y el maestro desde su escuela.
¿Qué piensa del panorama de la
política y de los políticos?
Creo que la
población es muy cambiante en el término político. El ciclo político
guatemalteco comienza con entusiasmo y esperanza cuando entra un nuevo
gobierno, pero cuando han pasado el primero, segundo y tercer años, el
pensamiento de las personas no es el mismo. Cuando llega
el cuarto año vuelven a surgir en campañas los mismos u otros políticos, y esto
ocurre tanto nacional como local, y con el siguiente alcalde, diputado y
presidente vuelve a surgir la esperanza, pero lamentablemente no tenemos
dinámica política madura, es una política que vive para la elección.
¿Hay conciencia política?
Muchas de
las cosas están trabadas en el Congreso, y uno se pregunta, por qué se
trabaron, por qué no progresaron, por qué el interés sectorial prevalece sobre
el interés nacional del país. Creo que si
hubiera mayor conciencia del bien común, en todos, no solo en la clase
política, seríamos capaces de superar los intereses sectoriales, que son los
que nos agobian. Tenemos que trabajar en una política en la que todos quepamos,
una acción para beneficio de todos, y por lo tanto, una política capaz de
conjugar interés y bien común.
¿Qué le dice a la población?
Hay muchas
realidades sociales que nos agobian, pero como personas de fe tenemos que
encontrar las fuerzas, las motivaciones y los principios para una acción
constructiva. Como gente
creyente en Jesucristo, nuestra fe no es solo para la vida eterna, pues en este
momento de la vida de la familia, trabajo y en la participación comunitaria,
nuestra fe debe motivarnos a una acción responsable como ciudadanos.
¿Qué mensaje daría a los
administradores del Estado?
El llamado
de mi parte es a la moral y ética. Los políticos tienen que estar conscientes
de que esta no se rige por los criterios de la conveniencia o beneficio
personal, se tienen que regir por principios. Aquí