sábado, 30 de noviembre de 2013

REALIDADES SOCIALES NOS AGOBIAN


El arzobispo Mario Alberto Molina, de la Arquidiócesis de Los Altos, en entrevista con Prensa Libre en su despacho, habló acerca de la inseguridad, la pobreza, la desintegración familiar y la falta de conciencia política, como algunos de los males que agobian a la sociedad del occidente del país.

¿Qué le preocupa de las familias como pilares de la sociedad?
La migración. Ese fenómeno social es el que más caro nos está saliendo. Las remesas dan enorme estabilidad al país y permite a las familias que logren educación, salud, vivienda, pero a largo plazo causan la ruptura estructural familiar por la separación de sus integrantes.

¿La población demanda trabajo, seguridad, educación y salud?
Son los males que afectan a los ciudadanos. Creo que hace falta inversión para crear puestos de trabajo, para que con ello la población obtenga ingresos económicos, y de esa manera disminuiría la inseguridad, que causa la falta de oportunidades.

¿Cómo ha contribuido la fe a mitigar estos males?
Si no se tuviera ese poquito de fe, como dice la Biblia, estaríamos peor, porque esta necesita crecer, y estoy convencido de que la fe cristiana contribuye a que seamos mejores personas, por consiguiente una mejor sociedad.

¿Qué otros ingredientes hacen falta en la vida?
Que el Estado asuma su papel, al igual que todos los sectores, para poder salir adelante como país. Yo puedo hacer la parte que me corresponde, pero esta no es el único ingrediente de la receta. Aquí tenemos que colaborar todos, el político desde la acción política, el empresario en la acción empresarial, el cooperativista desde la cooperativa, el trabajador desde su trabajo, y el maestro desde su escuela.

¿Qué piensa del panorama de la política y de los políticos?
Creo que la población es muy cambiante en el término político. El ciclo político guatemalteco comienza con entusiasmo y esperanza cuando entra un nuevo gobierno, pero cuando han pasado el primero, segundo y tercer años, el pensamiento de las personas no es el mismo. Cuando llega el cuarto año vuelven a surgir en campañas los mismos u otros políticos, y esto ocurre tanto nacional como local, y con el siguiente alcalde, diputado y presidente vuelve a surgir la esperanza, pero lamentablemente no tenemos dinámica política madura, es una política que vive para la elección.

¿Hay conciencia política?
Muchas de las cosas están trabadas en el Congreso, y uno se pregunta, por qué se trabaron, por qué no progresaron, por qué el interés sectorial prevalece sobre el interés nacional del país. Creo que si hubiera mayor conciencia del bien común, en todos, no solo en la clase política, seríamos capaces de superar los intereses sectoriales, que son los que nos agobian. Tenemos que trabajar en una política en la que todos quepamos, una acción para beneficio de todos, y por lo tanto, una política capaz de conjugar interés y bien común.

¿Qué le dice a la población?
Hay muchas realidades sociales que nos agobian, pero como personas de fe tenemos que encontrar las fuerzas, las motivaciones y los principios para una acción constructiva. Como gente creyente en Jesucristo, nuestra fe no es solo para la vida eterna, pues en este momento de la vida de la familia, trabajo y en la participación comunitaria, nuestra fe debe motivarnos a una acción responsable como ciudadanos.

¿Qué mensaje daría a los administradores del Estado?
El llamado de mi parte es a la moral y ética. Los políticos tienen que estar conscientes de que esta no se rige por los criterios de la conveniencia o beneficio personal, se tienen que regir por principios. Aquí


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