Lectura en familia |
Además de buscar
maneras para vivir mejor la Eucaristía, también es hermoso recordar el
aniversario del bautismo de cada miembro de la familia. Si celebramos el
nacimiento, ¿por qué no celebrar también el día en que empezamos a ser hijos de
Dios y miembros de la Iglesia? Algo parecido podría hacerse con la
confirmación, un sacramento que debemos valorar en toda su riqueza y que
debemos tener muy presente en un mundo hostil al Evangelio.
En cuanto al
matrimonio, el aniversario de bodas suele ser recordado por muchas familias
católicas, incluso con la ayuda de algún día de retiro espiritual. En ese día,
los esposos pueden renovar sus promesas matrimoniales, o hacer un momento de
oración familiar con los hijos, quizá con la lectura en común de algún texto
bíblico (por ejemplo, Tb 8,5-10, o Ef 5,21-33).
Un sacramento que
merece ser vivido por todos los miembros de la familia es el de la
Reconciliación (la confesión). Los niños quedan muy impresionados cuando ven a
sus padres pedir perdón, de rodillas, en un confesionario. No es correcto,
desde luego, recurrir a presiones para que se confiesen. Pero sí es hermoso
enseñarles lo que es el pecado, lo grande que es la misericordia divina, y cómo
la Iglesia pide que nos confesemos con frecuencia.
Un ámbito de la
oración familiar se construye con la ayuda de imágenes de devoción. No basta
con colocar aquí o allá un crucifijo, una imagen de la Virgen o el dibujo de
algún santo. La imagen tiene sentido sólo si evoca y eleva los corazones a la
oración y a la confianza en un Dios que está muy presente en la historia
humana.
En algunos hogares
existe un cuartito en el que se encuentra una especie de “altar de la familia”,
donde todos se reúnen algún momento del día para rezar juntos, o donde cada uno
puede dedicar un rato durante el día para meditar el Evangelio y dialogar de
modo personal con Cristo. La tradición es hermosa, pues así es posible tener un
lugar concreto donde todo ayuda a pensar en el Dios que tanto nos ama.
Existen otros modos
para fomentar la oración en familia que se refieren a los tiempos litúrgicos.
Por ejemplo, preparar un Belén en casa y tener ante el mismo momentos de
oración y de cantos; ayudarse de la “Corona de Adviento” o de otras iniciativas
parecidas para prepararse a la Navidad; dar un especial relieve a la Cuaresma
como tiempo de oración, limosna y sacrificio; participar intensamente en la
Semana Santa, de forma que permita a todos unirse íntimamente a Cristo;
descubrir en familia el sentido gozoso de la Pascua y de Pentecostés, que ayude
a participar del triunfo de Cristo y a descubrir la presencia del Espíritu
Santo en lo más íntimo del corazón cristiano.
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