“La Iglesia, como el Buen
Samaritano, se acerca a esta realidad con amor y comprensión, ofreciendo, al
mismo tiempo, acogida y ayuda desde el respeto a la verdad del hombre, es
decir, desde la verdad que salva”.
Es urgente que las
familias, los sacerdotes y catequistas, los docentes y los profesionales
conozcan bien el Magisterio de la Iglesia y sus fundamentos.
“No se puede violar la
integridad física de una persona para el tratamiento de un mal de origen
psíquico o espiritual. En estas circunstancias no se presentan órganos enfermos
o funcionando mal; así que su manipulación medicoquirúrgica es una alteración
arbitraria de la integridad física de la persona. No es lícito sacrificar al
todo, mutilándolo, modificándolo o extirpándole una parte que no se relaciona
patológicamente con el todo. Es por esto que no se puede correctamente asumir
el principio de totalidad como criterio de legitimación de la esterilización
antiprocreativa, del aborto terapéutico
y la medicina y cirugía transexual”.
“cuando la Iglesia habla
de la naturaleza del ser humano como hombre y mujer, y pide que se respete este
orden de la creación, no es una metafísica superada. Aquí, de hecho, se trata
de la fe en el Creador y de escuchar el lenguaje de la creación, cuyo desprecio
sería una autodestrucción del hombre y, por tanto, una destrucción de la obra
misma de Dios”. Benedicto XVI.
El Pontificio Consejo para
la Familia también
ha advertido que cuando los padres reconocen en sus hijos “en edad infantil o
en la adolescencia, alguna manifestación de dicha tendencia o de tales comportamientos,
deben buscar la ayuda de personas expertas y cualificadas para proporcionarles
todo el apoyo posible”.
Texto Original; Aciprensa
Texto Original; Aciprensa
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