Jesús se transfiguró en el
monte Tabor, que se encuentra en la Baja Galilea, a 588 metros sobre el nivel
del mar. Este acontecimiento tuvo lugar, aproximadamente, un año antes de la
Pasión de Cristo.
Jesús invitó a su Transfiguración a Pedro, Santiago y Juan. A ellos les dio este regalo, este don. Ésta tuvo lugar mientras Jesús oraba, porque en la oración es cuando Dios se hace presente. Los apóstoles vieron a Jesús con un resplandor que casi no se puede describir con palabras: su rostro brillaba como el sol y sus vestidos eran resplandecientes como la luz.
Pedro quería hacer tres
tiendas para quedarse ahí. No le hacía falta nada, pues estaba plenamente
feliz, gozando un anticipo del cielo. Estaba en presencia de Dios, viéndolo
como era y él hubiera querido quedarse ahí para siempre.
Los personajes que
hablaban con Jesús eran Moisés y Elías. Moisés fue el que recibió la Ley de
Dios en el Sinaí para el pueblo de Israel. Representa a la Ley. Elías, por su
parte, es el padre de los profetas. Moisés y Elías son, por tanto, los
representantes de la ley y de los profetas, respectivamente, que vienen a dar
testimonio de Jesús, quien es el cumplimiento de todo lo que dicen la ley y los
profetas.
Ellos hablaban de la
muerte de Jesús, porque hablar de la muerte de Jesús es hablar de su amor, es
hablar de la salvación de todos los hombres. Precisamente, Jesús transfigurado
significa amor y salvación.
Fuente; Catholic.net
Fuente; Catholic.net
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