«Fui
homosexual activo durante veintiún años, hasta que me convencí de la necesidad
de cambiar –explicaba Noel B. Mosen en una carta publicada en la revista New
Zealandia.
»Con
la ayuda de Dios, lo conseguí. Ahora llevo seis años felizmente casado y no
experimento ninguno de los deseos homosexuales que antes dominaban mi vida. En
todo el mundo son miles las personas que han cambiado, igual que yo.
»Es
falso que se haya probado la existencia de un gen que determine la
homosexualidad. Si los genes fueran determinantes, cuando uno de dos gemelos
fuera homosexual, también el otro tendría que serlo; pero no ocurre así.
»Además,
si la orientación sexual estuviera genéticamente determinada, no habría
posibilidad de cambiar; pero conocidos expertos en sexología como D. J. West,
M. Nichols o L. J. Hatterer, han descrito muchos casos de homosexuales que se
convierten en heterosexuales de modo completamente espontáneo, sin presiones ni
ayuda de ninguna clase.
»Mi
experiencia es que la homosexualidad no es una condición estable ni
satisfactoria. No es libertad: es una adicción emocional.»
En
las últimas décadas, sin embargo, se ha impuesto una especie de férrea censura
social que tacha de intolerante todo lo que contradiga la pretensión de
normalidad defendida por determinados grupos homosexuales muy activos. Estos
grupos de influencia presentan el estilo de vida homosexual de modo casi
idílico. Pero, como ha señalado Aardweg, esto no es más que simple propaganda,
pues cuando se escucha la historia personal de homosexuales se ve claro que en
ese género de vida no se encuentra la felicidad. La otra cara de la moneda, que
tantos se empeñan en silenciar, es la ansiedad, los celos, la sensación de
soledad o las depresiones neuróticas, por no mencionar las enfermedades
venéreas y otras patologías somáticas.
La
satisfacción estable y la felicidad no llegan a través de las relaciones
homosexuales. Transcribo otro testimonio publicado recientemente en El Semanal.
«Leí la entrevista que salió en el número 656 de su revista el pasado 21 de
mayo. Si ese chico es feliz viviendo su homosexualidad, pues me alegro. No
quiero ahora valorar la homosexualidad ni a quienes la practican. Tan solo
quiero dar mi testimonio por si a alguien le sirve. He vivido mi homosexualidad
durante unos diez años. He sufrido constantes angustias, infidelidades,
traiciones y celos.
Desde hace un año he cortado con esas relaciones y procuro
salir con chicas y cambiar de ambiente. Cada vez me encuentro más feliz y no
quiero caer en los errores pasados. Creo considerarme un ex gay. Aviso a
navegantes: ¡ser gay no es tan rosa como lo pintan!»
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