El jueves día 17 de febrero comienza en el Vaticano un Simposio sobre la vocación bautismal, titulado Por una teología fundamental del sacerdocio. La ponencia inaugural ha sido confiada al Papa Francisco, que ha reflexionado sobre la Fe y sacerdocio en nuestros días. En el curso de los trabajos, que continuarán hasta el sábado, se hablará también de sacramentalidad, de misión, celibato, carismas y espiritualidad.
La iniciativa se ha debido personalmente al cardenal Marc Ouellet, Prefecto de la Congregación para los Obispos, que ha fundado en el año 2020 el Centro di Ricerca e di Antropologia e Vocazioni, Centro de Investigación y de Antropología y Vocaciones, independiente de la Santa Sede, que tiene su sede en Francia.
En esta entrevista a Omnes, el cardenal Ouellet reflexiona sobre varios aspectos del sacerdocio y de la vocación bautismal, y sobre otros temas que serán afrontados en el curso del Simposio en estos días.
En el Simposio, Usted planteará el sacerdocio en perspectiva trinitaria. Por contraste, percibimos una concepción más “humana” o incluso “funcionalista” del sacerdote. ¿Es ésta la raíz de algunas propuestas, como en el Camino Sinodal de Alemania?
– El sacerdocio se refiere a la relación del hombre con Dios. En el cristianismo, Cristo es el único mediador de esta relación, que es un pacto de amor. El sacerdote representa sacramentalmente a Cristo como mediador y sólo puede ser entendido bajo esta luz. No podemos conformarnos con un punto de vista sociológico que considere la distribución del poder, ni podemos limitarnos a las perspectivas de los medios de comunicación.
Una idea recurrente es la ordenación femenina. También en la apertura a las mujeres de los ministerios laicales se ha querido ver un paso hacia el diaconado, o quizá también hacia el sacerdocio. ¿Son el diaconado o/y el sacerdocio femenino una posibilidad abierta?
– Plantear la pregunta de este modo refleja una mentalidad masculina funcional que homologa a la mujer al papel masculino y descuida su propia dimensión carismática. Los cambios en la Iglesia deben ser mucho más profundos que una asignación de funciones, que mantiene a las mujeres en una posición subordinada a los hombres. Es hora de que la teología reflexione sobre el misterio femenino en sí mismo y en reciprocidad con el masculino.
La “teología fundamental del sacerdocio”, sobre la que versa el Simposio, se enmarca en una teología de la Iglesia. Ahora bien, ¿se entiende hoy lo que es la Iglesia?
– Una teología fundamental del sacerdocio piensa en primer lugar en el bautismo como la primera participación en el sacerdocio de Cristo, pues el bautismo nos comunica la gracia de su filiación divina que es el fundamento de su sacerdocio y de nuestra participación en él como miembros de su Cuerpo. El ministerio ordenado presupone el bautismo y consiste en un carisma posterior de representación de Cristo Cabeza, puesto al servicio del crecimiento del sacerdocio filial de los bautizados. Por lo tanto, la Iglesia no debe reducirse a su jerarquía, ya que es sobre todo la comunidad de los bautizados en torno a la Madre de Dios.
La vida de la Iglesia está enraizada en la Eucaristía. El sacerdocio nace de la Eucaristía y vive para ella pero, ¿cómo fomentar también la identidad eucarística de todos los bautizados?
– “La Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace a la Iglesia”, decía el padre de Lubac. La Iglesia realiza el rito, pero es Cristo en la Eucaristía quien da vida a la Iglesia, que es su Cuerpo constituido por el bautismo. La celebración eucarística es un misterio nupcial donde Cristo resucitado entrega su Cuerpo a la Iglesia su Esposa y espera la respuesta personal de amor de cada bautizado y miembro de la asamblea. Tenemos que reevangelizar el significado del domingo.
¿En qué sentido hablamos de “cultura vocacional?
– El Sínodo sobre la Juventud habló de una cultura vocacional en el sentido, en primer lugar, de una respuesta a Dios en todos los servicios que nosotros, bautizados, prestamos a la sociedad. Cada persona recibe un don particular del Espíritu Santo, que se concreta en la elección de un estado de vida y, por tanto, de un servicio específico a la Iglesia y a la sociedad. Una comunidad eclesial debe preocuparse por despertar y acompañar las vocaciones particulares que normalmente florecen donde hay una conciencia vocacional de los bautizados.
Celibato y abusos
El escándalo de los abusos a menores ha puesto a los sacerdotes en el punto de mira. Con vistas a la prevención, ¿cómo cuidar su formación, especialmente en lo afectivo?
– Los sacerdotes necesitan comprensión y solidaridad. Están muy probados por la situación actual de los abusos, y necesitan a la comunidad para vivir mejor su compromiso. Esta necesidad se refiere también a la formación de los sacerdotes, que no debe estar completamente aislada, sino que debe hacerse en relación y sinergia con las familias, las comunidades locales, las personas consagradas y los laicos. La amistad sacerdotal siempre ha sido un recurso precioso para mantener el impulso hacia la santidad.
Algunos piensan que suprimir el celibato de los sacerdotes ayudaría a que desaparezcan los abusos
– Algunas personas piensan que el celibato es la causa del abuso, mientras que el abuso existe en todas las situaciones de la educación, la vida familiar, la vida deportiva, etc. La verdadera causa no es el estado de celibato consagrado sino la falta de autocontrol y el desequilibrio afectivo. Es ciertamente necesario mejorar el discernimiento de las vocaciones al sacerdocio y velar por el equilibrio psicoafectivo y moral de los candidatos.
¿Cómo se puede explicar el celibato hoy?
– El celibato debe presentarse desde la perspectiva de la fe. Cristo llamó a sus discípulos a dejarlo todo para seguirle. Pudo hacerlo en virtud de su identidad divina como Hijo eterno del Padre que vino en carne para traer la salvación a la humanidad. Seguirle en el celibato es ante todo una confesión de fe en esta identidad y un acto de amor en respuesta a su llamada de amor.
Los sacerdotes tienen una tarea especial en la misión de la Iglesia. ¿De qué manera la misión, el “envío”, define el sacerdocio?
– El sacerdocio fundamental es la consagración bautismal que nos hace hijos e hijas de Dios. El ministerio ordenado está al servicio del crecimiento de los bautizados mediante la proclamación de la Palabra y el don de los sacramentos. El sacerdote ejerce así una paternidad espiritual que puede llenar su corazón de alegría apostólica cuando se vive con espíritu de santidad.
¿Hay algún otro aspecto del Simposio que le gustaría destacar?
–Sí, ciertamente. Quizá la sorpresa del Simposio sea ver la importancia y el papel de la vida consagrada para la comunión de las dos participaciones en el único sacerdocio de Cristo, el sacerdocio bautismal y el ministerio ordenado.
EL AUTOR
Maria José Atienza / Giovanni Tridente
Fuente: omnesmag.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te gustó el artículo, déjame tu comentario.