Imaginemos una persona convencida de
que no sirve para algo determinado. Por ejemplo, se ha convencido de que es un
mal estudiante. Parece obvio que la mayor parte de su potencial quedará
inactivo. Esa persona ya se ha dicho así mismo que no sabe, que no se le da
bien eso de estudiar, que nunca podrá ser un estudiante brillante.
Cuando una persona está convencida de
que va a fracasar, ¿qué motivos tiene para poner un esfuerzo intenso y
constante? Con toda seguridad serán unos resultados mediocres, en el mejor de
los casos.
Imaginemos ahora a otra persona que tiene
ilusión y esperanza. Tiene la convicción de que puede hacer rendir mucho más
sus talentos. No digo que se crea ser lo que no es, sino que cree que puede
sacar más partido a lo que en realidad es. ¿Qué proporción de sus recursos
utilizará esa persona? Lo más probable es que sean más animosas, más seguras,
con mayor energía. Estará convencida de que llegará más lejos, y pondrá más
empeño para lograrlo. Con ese esfuerzo, producirá, con toda seguridad,
resultados mejores.
Pero..., podríamos preguntarnos, ¿es
que acaso esas personas no van a fracasar nunca? ¿Es que basta con estar
convencido de poder alcanzar algo para alcanzarlo? ¿No es confundir la ilusión
con la realidad?
Es evidente que esas personas también
fracasarán muchas veces, como todo el mundo. En el camino de la mejora
personal, que es el camino hacia la felicidad, si alguien habla de un avance
lineal y sin ningún traspié, sabe muy poco de la realidad humana.
Debemos de luchar siempre por lo que queremos
alcanzar en la vida, no importando las caídas que podamos tener.
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