En estos
días me encontré con un artículo un poco problemático, donde se incluye a la
Iglesia y al medio ambiente, el artículo empieza así;
Un artículo
de opinión contra la minería (Mineros nos invaden) permite reflexionar sobre el
contenido y su autor —el sacerdote Víctor Ruano—, quien alude, entre otras
cosas, a la tozudez política y empresarial frente a la sabiduría del pueblo en
no querer esa clase de empresas. Desconozco a qué “pueblo” se refiere ni el
porqué de ignorar a esa otra población anhelante de empresas generadoras de
riqueza que conscientemente esquiva. Tampoco tengo información sobre cuántas
minas ha visitado, si comprobó el crecimiento del número de empresas locales
Me cuesta comprender —en un clérigo
cristiano— ese sesgo ideológico-radical y no entiendo que aún se sostengan
fracasados postulados del entorno de la teología de la liberación, pretendiendo
respaldar opiniones radicales con conceptos incorrectos y falaces. Recuerde que
“la verdad nos hará libres” y que nos enseñaron que la mentira es un pecado,
aunque pareciera que solo para laicos. Le sugiero, padrecito, aplique las sugerencias
hechas en estas páginas por monseñor De Villa, donde pedía responsabilidad,
seriedad y veracidad, algo ausente en sus afirmaciones, o el llamado a “la
conducta moralmente recta” de su colega Mario Molina. Una prueba de humidad
sería visitar una mina y comprobar si realmente es tan “Goliat” o “Bestia” como
sugiere, o por el contrario, está usted errado (sin “h”). De ser así, súbase al
púlpito repleto de humildad y haga su personal acto de constricción, como
seguro exige a los demás. Reconozca que no “todo el pueblo” desea lo que usted
amañadamente generaliza y que posiblemente no haya “tanta maldad” en quienes
promueven un negocio lícito. Es inquietante como cierto liderazgo de la iglesia
católica aboga por teorías antidesarrollo, habiendo otras formas más
misericordiosas y eficientes de llenar los templos.
Todos somos responsables de predicar,
pero con la verdad, con datos y cifras que no entrampen el juicio, con humildad
mariana e incluso con la energía que utilizó Jesucristo para expulsar a los
mercaderes del templo. Eso no le da pie para creerse —nunca mejor dicho— más
papista que el Papa, ni para dejar de lado el coraje de encarar una realidad
que termina por enriquecer y hacer más prósperos a sus coterráneos pobres. Hay
que llamar a las cosas por su nombre, pero no exaltar los ánimos con
vocabulario incisivo ni mucho menos utilizar el poder tras la sotana. El Reino
de Dios no requiere de protección medioambiental, aunque sí de resguardo contra
manipuladores y cuentistas, religiosos incluidos. Digo yo que en algún lugar
encontraron aquellos Reyes Magos el incienso, la mirra y el oro, y que recuerde
no hubo condena a la explotación minera, como tampoco la hay cuando se fabrican
miles de cálices, copones, patenas, custodias, etc., todas de oro y plata, o se
habla del trabajo digno de los mineros en la encíclica Laborem exercens, ¿o
habrá otra versión bíblica que desconozco? Aquí. Este artículo fue escrito por:
Pedro Trujillo |
Ante esa realidad yo también quiero
aportar mi opinión personal. Sé, señor Pedro Trujillo, la catástrofe que
provoca una minería, no puede usted imaginarse la división que provoca en la
sociedad afectada. Si usamos las palabras del Señor “la verdad os hará libres”,
déjeme hablar con la verdad, veamos lo que realmente afecta. Dudo que usted haya
conocido el dolor de mucha gente que clama ante el gobierno para que haga algo
ante esa realidad. La Iglesia de Guatemala no debe callar las injusticias que
se está viviendo en este país. Me alegro por el Padre Ruano que tuvo el
suficiente valor para hablar, y desde luego le tocó la llaga y por eso
protesta. Con una columna que Usted escribe alimenta a sus familiares, aunque
mienta en esta columna, porque sabe perfectamente los daños que causa la
minería. Usted lo hace por dinero, la gente que sufre, protesta y clama lo hace
por necesidad.
Veamos lo siguientes apreciables lectores; cada uno tendrá una opinión distinta, compartámosla para poder salvar nuestro mundo, porque dice el Génesis, "y vio Dios todo lo que había hecho y todo era bueno", no destruyamos la creación de Dios.
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