¿Qué necesidad había de
instituir una nueva fiesta? ¿La Iglesia no recuerda la institución de la
Eucaristía en el Jueves Santo? ¿No la celebra cada domingo y, es más, cada día
del año?
En efecto, el Corpus
Christi es la primera fiesta, que no tiene por objeto un acontecimiento de la
vida de Cristo, sino una verdad de fe: su real presencia en la Eucaristía.
Responde a una necesidad: la de proclamar solemnemente dicha fe; tener
viva la admiración frente al más grande y más bello de los misterios de la fe;
y para conjurar un peligro: el de habituarse a tal presencia.
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