El Evangelio de este
domingo nos habla de que Jesús no es un
misionero aislado, no quiere realizar solo su misión, sino que implica a sus discípulos.
Y hoy vemos que, además de los Doce apóstoles, llama a otros setenta y dos, y
les manda a las aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios está
cerca. ¡Esto es muy hermoso! Jesús no quiere obrar solo, vino a traer al mundo
el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo
de la fraternidad. Por ello forma inmediatamente una comunidad de discípulos,
que es una comunidad misionera. Inmediatamente los entrena para la misión.
Pero atención: el fin
no es socializar, pasar el tiempo juntos, no, la finalidad es anunciar el Reino
de Dios, ¡y esto es urgente! También hoy es urgente. No hay tiempo que perder
en habladurías, no es necesario esperar el consenso de todos, hay que ir y
anunciar. La paz de Cristo se lleva a todos, y si no la acogen, se sigue
igualmente adelante. A los enfermos se lleva la curación, porque Dios quiere
curar al hombre de todo mal.
Jesús dice que “la
mies es mucha, y los obreros pocos”. En el campo de Dios hay trabajo para
todos. Pero Cristo no se limita a enviar: da también a los misioneros reglas de
comportamiento claras y precisas. Ante todo, los envía “de dos en dos” para que
se ayuden mutuamente y den testimonio de amor fraterno. Les advierte que serán “como
corderos en medio de lobos”, es decir, deberán ser pacíficos a pesar de todo y
llevar en todas las situaciones un mensaje de paz; no llevarán consigo ni
alforja ni dinero, para vivir de lo que la Providencia les proporcione; curarán
a los enfermos, como signo de la misericordia de Dios; se irán de donde sean
rechazados, limitándose a poner en guardia sobre la responsabilidad de rechazar
el reino de Dios.
Hay algo más: al
regresar, Jesús lleva consigo a los discípulos «a descansar un poco, a pasar un
día en el campo, a comer bocadillos con un refresco». En definitiva, el Señor
quería «pasar juntos un poco de tiempo para festejar». Y juntos hablan de la
misión que acababan de realizar. Pero Jesús no les dice: «Son geniales. Han
organizado bien las cosas». Sino les recomienda: «Cuando hayan hecho todo lo
que se les ha mandado, digan: “somos siervos inútiles”.
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