viernes, 1 de julio de 2016

CUANDO PARTICIPO EN LA MISA Y NO COMULGO


La vida interior supone la vida sobrenatural. No es otra cosa que la cooperación de nuestra voluntad con la gracia, con los movimientos íntimos mediante los cuales el Espíritu Santo, nuestro Huésped, nos atrae y nos guía. Debemos, por tanto, mencionar a la Santa comunión entre los principales medios de que disponemos para conservar, defender y acrecentar esta preciosa vida interior. Porque es por la Santa Comunión, sobre todo, que la vida sobrenatural se conserva, lucha y crece en nosotros.

Los dos fines de Jesús
La santa comunión continúa y consuma en nuestro corazón el sacrificio del altar. Es decir que la misa llama normalmente a la comunión, y que comulgando debemos hacer nuestras las intenciones que animan a Jesús al momento del sacrificio y al momento de su venida en nosotros. Acercándonos a la sagrada mesa, tratemos de entrar en los designios del Salvador. Cristo se propone dos cosas en el acto sagrado de nuestra comunión. La primera y principal, es ofrecer en y con nosotros su adoración amantísima a la Trinidad santa, que habita en nuestra alma. La segunda es santificarnos.

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