Jesús da la misión a Pedro: En
aquel tiempo, le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me
amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te
quiero." Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos." Por segunda
vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le respondió:
"Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Jesús le dijo: "Pastorea
mis ovejas." Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me
quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por
tercera vez si lo quería, y le contestó: "Señor, tú conoces todo; tú bien
sabes que te quiero." Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Yo te lo
aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas adonde querías;
pero, cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará adonde
no quieres". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte
habría que glorificar a Dios. Después le dijo: Sígueme" Palabra del
Señor.
Reflexión
¿Cómo va el primer amor? Es
decir, ¿estoy enamorado de ti como el primer día? ¿Soy feliz contigo o te
ignoro? Preguntas universales que hay que hacerlas con frecuencia.
Y no sólo los cónyuges en la
pareja, sino también los sacerdotes y los obispos ante Jesús. Porque es Jesús
quien nos lo pregunta como un día hizo con Pedro:
"Simón, hijo de Juan,
¿me amas?"
Esta es la pregunta que me
hago a mí, a mis hermanos obispos y a los sacerdotes. Como va el amor de hoy,
el de Jesús, ¿no? ¿Es como el primero? ¿Estoy enamorado como el primer día? ¿O
el trabajo, las preocupaciones un poco me hacen mirar otras cosas, y olvidar un
poco el amor? Pero los cónyuges pelean, pelean. Y eso es normal. Pero cuando no
hay amor, no se pelea: se rompe.
Jamás olvidar el primer
amor. Jamás. Hay que tener varios aspectos presentes en la relación de
diálogo de un sacerdote con Jesús:
1.- Antes de querer
convertirse en un intelectual de la filosofía, de la teología o de la
patrología debe ser un pastor, tal como Jesús le pidió a Pedro cuando le dijo:
"Apacienta mis ovejas".
El resto, viene después.
Apacienta. Con la teología, con la filosofía, con la petrología, con lo que
estudias, pero apacienta. Se pastor. Porque el señor nos ha llamado para esto. Y las manos del obispo sobre
nuestra cabeza son para ser pastores. Es una segunda pregunta, ¿no? La primera
es: "¿Cómo va el primer amor?".
2.- La segunda es ésta:
"¿Soy pastor, o soy un empleado de esta ONG que se llama Iglesia?".
Hay una diferencia. ¿Soy pastor? Una pregunta que yo debo hacerme, que los
obispos se deben hacer, y también los sacerdotes: todos. Apacienta. Pastorea.
Ve adelante.
3.- No hay gloria ni majestad para el pastor consagrado a Jesús. No, hermano. Terminará del modo más común, incluso más humillante, tantas veces, en un lecho, que te dan de comer, que te deben vestir… Pero inútil, allí, enfermo…. El destino es terminar como terminó Él, amor que muere como la semilla de grano y después vendrá el fruto. Pero yo no lo veré.
3.- No hay gloria ni majestad para el pastor consagrado a Jesús. No, hermano. Terminará del modo más común, incluso más humillante, tantas veces, en un lecho, que te dan de comer, que te deben vestir… Pero inútil, allí, enfermo…. El destino es terminar como terminó Él, amor que muere como la semilla de grano y después vendrá el fruto. Pero yo no lo veré.
4.- Sígueme: Si nosotros
hemos perdido la orientación o no sabemos cómo responder sobre el amor, no
sabemos cómo responder sobre este ser pastores, no sabemos cómo responder o no
tenemos la certeza de que el Señor no nos dejará solos, incluso en los momentos
peores de la vida, en la enfermedad, Él dice: "Sígueme".
Es ésta nuestra certidumbre.
Sobre las huellas de Jesús. En ese camino. "Sígueme".
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