viernes, 28 de febrero de 2014

SABER ESCUCHAR EL CORAZÓN


En la Clínica de un famoso cirujano Cardiólogo, entra la secretaria al consultorio de este y le anuncia que un viejito, muy pobre, deseaba consultarle, recomendado por un médico del hospital público.- El médico le dice que lo atenderá una vez que haya atendido a todos los clientes con órdenes médicas. Después de dos horas de espera, el médico recibe al anciano y éste le explica la razón de su visita: “El médico del hospital público me ha enviado a Ud. porque únicamente un médico de su prestigio podría solucionar mi problema cardíaco y, en su clínica poseen equipos suficientes como para llevar a cabo esta operación.”

El médico ve los estudios y coincide con el colega del hospital. Le pregunta al viejito con que Obra Social se haría operar. Este le contesta. “Ahí está el problema Dr. Yo no tengo obra social y tampoco dinero. Como verá, soy muy pobre y para peor, sin familia. Lo que pido, sé que es mucho, pero tal vez entre sus colegas y Ud. puedan ayudarme.” El médico no lo dejó terminar la frase. Estaba indignado con su colega del hospital. Lo envió de regreso con una nota explicándole que su “Clínica era Privada y de mucho prestigio, por lo tanto no podía acceder a su pedido.“ El había estudiado y trabajado duro estos años para instalar su clínica y ganar el prestigio y los bienes que tenía.

Cuando el anciano se retiró. El médico se percató que éste había olvidado una carpeta con unas poesías y una frase suelta que le llamó mucho la atención. La frase decía “El órgano que mejor habla es el corazón” y firmaba Jean Marcel.- Esta frase le gustó mucho al médico, pero lo que más le gustó fue el nombre del autor de la frase, Jean Marcel. . Le hacía recordar a su niñez y juventud, pues, en la primaria, la maestra les leía sus hermosos cuentos infantiles. En la secundaria, la profesora de Literatura les enseñaba bellísimas poesías y fue con una de ellas que, al dedicarle a una de sus compañeras, se enamoró y esta fue su primera novia.- “Como olvidar todo eso si fue parte de lo mejor de su infancia.”

A la semana siguiente, al finalizar la jornada, la secretaria entro al consultorio con el periódico vespertino y compungida le dijo al médico, Se enteró Dr? Hoy encontraron muerto a Jean Marcel en un banco de la plaza, tenía 88 años el pobre” El médico suspiro de pena y contesto “Hombres como él no deberían morir nunca, que Dios lo tenga en Paz, me hubiera gustado conocerlo. “Pero, ¡Como¡ ¿No lo recuerda?” le dice la secretaria y mostrándole la fotografía del periódico le dice, “era el pobre viejito que vino la semana pasada a consultarle. Era un conocido escritor, solitario y bohemio. No tenía parientes y…” El médico no la dejó terminar. Le pidió que se retire y sentándose con los brazos cruzados en el escritorio, lloró. Lloró como nunca lo había hecho, como el niño que llevaba escondido en su alma.

Largo tiempo estuvo en el silencio de su consultorio. Luego, mientras secaba las lágrimas de su escritorio, sacó delicadamente la imagen de Cristo que estaba debajo del vidrio y, después de besarla, la guardo en un cajón mientras decía
“Perdón Señor, no soy digno de ti, no soy digno de que me mires. Todo lo que tengo te lo debo. Me enviaste a un pobre y me habló con la voz del corazón. Yo lo escuche con el oído del egoísmo... mi vergüenza es grande. Perdóname Señor” Con el correr de los años, la “Clínica Jean Marcel”, como se denomina desde entonces, se hizo muy famosa – El médico habilitó un sector para la atención de los pacientes sin ordenes médicas y él personalmente practica las operaciones-

Cuantas veces nos habrá pasado lo mismo a nosotros. Nos han hablado con la voz del corazón y no hemos oído.... hemos sido egoístas con nuestros hermanos. Pidámosle a Dios que no nos pase como a este pobre médico.  Que habiendo curado tantos corazones, no ha sabido “escuchar al suyo”. AQUI

jueves, 27 de febrero de 2014

PARA LOS QUE DICEN; YO ME CONFIESO DIRECTAMENTE CON DIOS, Y NO ANTE UN HOMBRE PECADOR

Pecador me concibió mi madre

A través de los Sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, el hombre recibe la vida nueva en Cristo. Ahora, todos lo sabemos, esta vida, nosotros la llevamos “en vasos de barro” (2 Cor 4,7), estamos todavía sometidos a la tentación, al sufrimiento, a la muerte y, a causa del pecado, podemos incluso perder la nueva vida.

Por esto, el Señor Jesús, ha querido que la Iglesia continúe su obra de salvación también hacia sus propios miembros, en particular, con el Sacramento de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos, que pueden estar unidos bajo el nombre de “Sacramentos de sanación”. El sacramento de la reconciliación es un sacramento de sanación. Cuando yo voy a confesarme, es para sanarme: sanarme el alma, sanarme el corazón por algo que hice no está bien. El ícono bíblico que los representa mejor, en su profundo vínculo, es el episodio del perdón y de la curación del paralítico, donde el Señor Jesús se revela al mismo tiempo médico de las almas y de los cuerpos (Mc 2,1-12 / Mt 9,1-8; Lc 5,17-26).

El Sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación – nosotros lo llamamos también de la Confesión - brota directamente del misterio pascual. En efecto, la misma tarde de Pascua el Señor se apareció a los discípulos, encerrados en el cenáculo, y luego de haberles dirigido el saludo “¡Paz a ustedes!”, sopló sobre ellos y les dijo: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen” (Jn. 20,21-23). Este pasaje nos revela la dinámica más profunda que está contenida en este Sacramento. Sobre todo, el hecho que el perdón de nuestros pecados no es algo que podemos darnos nosotros mismos: yo no puedo decir: “Yo me perdono los pecados”; el perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos perdón a Jesús.


El perdón no es fruto de nuestros esfuerzos, sino es un regalo, es don del Espíritu Santo, que nos colma de la abundancia de la misericordia y la gracia que brota incesantemente del corazón abierto del Cristo crucificado y resucitado. En segundo lugar, nos recuerda que sólo si nos dejamos reconciliar en el Señor Jesús con el Padre y con los hermanos podemos estar verdaderamente en paz. Y esto lo hemos sentido todos, en el corazón, cuando vamos a confesarnos, con un peso en el alma, un poco de tristeza. Y cuando sentimos el perdón de Jesús, ¡estamos en paz! Con aquella paz del alma tan bella, que sólo Jesús puede dar, ¡sólo Él!

martes, 25 de febrero de 2014

VIVIR EL EVANGELIO EN FAMILIA


Una fe sin obras, nos recuerda la Carta de Santiago, es estéril. No entra en el Reino de los cielos el que dice “Señor, Señor”, sino el que cumple la Voluntad del Padre.

La familia que reza, la familia que estudia su fe, también sabe vivir aquello que ha llevado a la oración, busca aplicar lo que ha conocido gracias a la bondad del Padre que nos ha hablado en su Hijo.

Si en la familia los padres se aman profundamente, si saben darse el uno al otro como Cristo se dio por la Iglesia, si saben perdonar hasta 70 veces 7, si confían en la Providencia más que en las cuentas del banco, si ayudan al peregrino, al hambriento, al sediento, al desnudo, al enfermo, al encarcelado, los hijos habrán encontrado en la familia un auténtico “Evangelio vivo”.

¿De qué manera puede conocer un hijo cómo se vive el Evangelio si ve en sus padres rencillas, malas palabras, afición por el dinero, críticas continuas a otros familiares o conocidos? Al revés, el hogar en el que Cristo ha entrado realmente en los corazones se convierte en un continuo testimonio de aquella caridad que nos plasmó el Espíritu Santo en “capítulo” que resulta no fácil se refiere a modos de comportarse y de vestir, a diversiones, a objetos de uso. La sociedad crea necesidades y los hijos sienten una presión enorme que les hace desear lo que tienen otros y hacer lo que “todos hacen”. Los padres de familia sabrán discernir entre cosas sanas (como deportes no peligrosos y capaces de promover un buen espíritu de equipo) y “necesidades” que son falsas y que pueden llevar a los hijos a la ruina personal, incluso a la triste desgracia del pecado. Luchar contra corriente puede parecer duro, pero vale la pena si tenemos ante los ojos el premio que nos espera: la amistad con Cristo.

El segundo ámbito para vivir evangélicamente surge cuando la familia se abre a los demás. Tratamos con personas muy distintas en las mil encrucijadas de la vida. El corazón que aprende a vivir como cristiano descubre en cada uno la presencia del Amor del Padre, el deseo de Cristo de acogerlo en el número de los amigos, la acción del Espíritu Santo que susurra en los corazones y que los guía hacia la Verdad completa.

Un cristiano necesita ver a todos “con los ojos de Cristo” (cf. Benedicto XVI, encíclica “Deus caritas est” n. 18). Porque lo que se hace al hermano más pequeño es hecho al mismo Cristo. Porque todos estamos invitados a ofrecer y a recibir cariño. Porque no hay amor más grande que el de dar la vida los unos por los otros.


En el V Encuentro Mundial de las Familias que tuvo lugar en Valencia (España), el Papa Benedicto XVI recordaba que “transmitir la fe a los hijos, con la ayuda de otras personas e instituciones como la parroquia, la escuela o las asociaciones católicas, es una responsabilidad que los padres no pueden olvidar, descuidar o delegar totalmente” (Benedicto XVI, 8 de julio de 2006).  El Papa añadía, de un modo muy hermoso y comprometedor, que “la criatura concebida ha de ser educada en la fe, amada y protegida. Los hijos, con el fundamental derecho a nacer y ser educados en la fe, tienen derecho a un hogar que tenga como modelo el de Nazaret y sean preservados de toda clase de insidias y amenazas”.

viernes, 21 de febrero de 2014

APRENDER A DECIR PERMISO, GRACIAS, PERDON

Santidad, vivir juntos todos los días es bello, da alegría, sostiene. Pero es un desafío que afrontar. Creemos que es necesario aprender a amarse. Hay un “estilo” de vida de pareja, una espiritualidad de lo cotidiano que queremos aprender 

¿Puede ayudarnos en esto, Padre Santo?

Vivir juntos es una arte, es un camino paciente, bello y fascinante. No termina cuando se conquistaron uno al otro, pero es allí justamente que inicia. Ese camino de cada día tiene reglas que se pueden resumir en estas tres palabras que has dicho, palabras que he repetido tantas veces a las familias: permiso, gracias, perdón. ¿Puedo? Permiso es el pedido gentil para poder entrar en la vida de otro con respeto y cuidado. Hay que aprender a pedir: ¿puedo hacer esto? ¿Te parece que hagamos así, que tomemos esta iniciativa? ¿Que eduquemos así a los hijos? ¿Quieres que esta noche salgamos?

O sea pedir permiso significa saber entrar con cortesía en la vida de los otros. ¿Entendieron? saber entrar con cortesía en la vida de los otros. Y no es fácil. En cambio a veces se usan maneras un poco pesadas, como algunas botas para la montaña. El amor verdadero no se impone con dureza o agresividad.

En las Florecillas de San Francisco se encuentra esta expresión: “Sepan que la cortesía es una de las propiedades de Dios”. Y la cortesía es hermana de la caridad, la cual apaga el odio y conserva el amor”. Sí, la cortesía conserva el amor. Y hoy en nuestras familias, en nuestro mundo, a veces violento y arrogantes, es necesario tener mucha cortesía. Y esto puede iniciar en casa.

“Gracias”, parece fácil pronunciar esta palabra, pero sabemos que no es así... Pero es importante. La enseñamos a nuestros hijos pero después la olvidamos. La gratitud es un sentimiento importante. Una anciana una vez me decía en Buenos Aires: La gratitud es una flor que crece en tierra noble. Es necesaria la nobleza del alma para que crezca esta flor.

¿Se acuerdan del evangelio de Lucas? Jesús cura a diez enfermos de lepra y después solamente uno regresa para decirle gracias a Jesús. Y el Señor dice: ¿Y los otros nueve dónde están? Esto vale también para nosotros: ¿sabemos agradecer? En nuestra relación y mañana en nuestra vida matrimonial es importante tener la conciencia que la otra persona es un don de Dios, ¡y a los dones de Dios de dice gracias, y a los dones de Dios se dice gracias! Y en esta actitud interior decirse gracias mutuamente por cada cosa. No es una palabra gentil para usar con los extraños para ser educados. Es necesario saber decirse gracias, para ir bien, juntos, en la vida matrimonial.

La tercera: Disculpa. En la vida hacemos tantos errores, tantas equivocaciones, los hacemos todos. Quizás haya aquí alguien que no ha hecho alguna equivocación, levante la mano. Todos los hacemos. Quizás no haya día en el que no nos equivocamos. La Biblia dice que el más justo peca siete veces al día. Por ello la necesidad de usar esta pequeña palabra: ‘disculpa’.

En general cada uno de nosotros está listo para acusar al otro y a justificarse a sí mismo. Esto inició desde nuestro padre Adán, cuando Dios le pregunta: ‘¿Has comido de ese fruto?’... ‘Pero yo no, fue ella que me lo dio’... Acusar al otro y no decir ‘perdón’, es una historia vieja y es un instinto que está en el origen de tantos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir perdón: “disculpa si hoy he levantado la voz”; “disculpa si he pasado sin saludar”, “disculpa si hice tarde”, “disculpa si esta mañana he estado tan silencioso”, “disculpa si he hablado demasiado, sin escuchar nunca”, “disculpa si me he olvidado”, “discúlpame si estaba enojado y me la he agarrado contigo”... Y tantas veces perdón al día podemos decir. Y también es así que crece una familia cristiana. Sabemos que no existe familia perfecta, ni el marido perfecto, o la esposa perfecta. No hablemos de la suegra perfecta...

Existimos nosotros pecadores, Jesús que nos conoce bien nos enseña un secreto: no terminar nunca una jornada sin pedirse perdón, sin que la paz vuelva a nuestra casa, en nuestra familia. Es habitual pelear entre los esposos, siempre hay algo, hemos peleado, quizás se enojaron, quizás voló un plato, pero nunca terminar la jornada si hacer la paz. Esto nunca, nunca. 

El disculparse con detalle

Esto es un secreto, un secreto para conservar el amor. Y para hacer la paz no es necesario hacer un buen discurso, a veces un pequeño gesto y la paz está hecha. Porque si tú no terminas la jornada sin hacer la paz, el día siguiente es frío y duro y es más difícil hacer la paz. Acuérdense bien de esto: nunca terminar la jornada sin hacer la paz.

Si aprendemos a decirnos ‘disculpa’ y a perdonarnos mutuamente el matrimonio durará e irá adelante. Cuando vienen a las audiencias o aquí en Santa Marta los esposos que cumplen los 50 años de matrimonio les pregunto: ‘¿quién soportó a quién?’ Y todos se miran, me miran y me dicen: ‘los dos mutuamente’.

jueves, 20 de febrero de 2014

LA IMPORTANCIA DE CONFESARNOS ANTE UN SACERDOTE

La confesión personal

El Papa Francisco describió la confesión como un don que cura el corazón y el pensamiento. Añadió que a veces la pereza, vergüenza o la pérdida del sentido del pecado hacen que se olvide su importancia.

El Papa se expresa así; queridos hermanos y hermanas: La catequesis de hoy está centrada en el sacramento de la Reconciliación. Este sacramento brota directamente del Misterio Pascual. Jesús Resucitado se apareció a sus apóstoles y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo, a quienes perdonen los pecados, les quedarán perdonados». Así pues, el perdón de los pecados no es fruto de nuestro esfuerzo personal, sino un regalo, don del Espíritu Santo que nos purifica con la misericordia y la gracia del Padre.

La Confesión, que se realiza de forma personal y privada, no debe hacernos olvidar su carácter eclesial. En la comunidad cristiana es donde se hace presente el Espíritu Santo, que renueva los corazones en el amor de Dios y une a todos los hermanos en un solo corazón, en Jesucristo. Por eso, no basta pedir perdón al Señor interiormente; es necesario confesar con humildad los propios pecados ante el sacerdote, que es nuestro hermano, representa a Dios y a la Iglesia.


El ministerio de la Reconciliación es un auténtico tesoro, que en ocasiones corremos el peligro de olvidar, por pereza o por vergüenza, pero sobre todo por haber perdido el sentido del pecado, que en el fondo es la pérdida del sentido de Dios. En cambio, cuando nos dejamos reconciliar por Jesús, encontramos la paz verdadera.

Invito a todos a acercarse al sacramento de la Penitencia, confesarse, y recibir así el abrazo de la infinita misericordia del Padre, que nos está esperando para darnos un fuerte abrazo. 

lunes, 17 de febrero de 2014

¿ES POSIBLE AMARSE PARA SIEMPRE?

Para siempre

El miedo del “por siempre” Santidad, muchos hoy piensan que prometerse fidelidad para toda la vida sea demasiado difícil. Muchos sienten que el desafío de vivir juntos por siempre es bello, fascinante, pero demasiado exigente, casi imposible. Le pedimos una palabra para iluminarnos sobre esto.

Les agradezco por la pregunta y el testimonio. Les explico a los presentes, que ellos me han enviado las preguntas antes, ¿se entiende, verdad? Así yo he podido reflexionar y pensar a una respuesta así, más sólida.

Es importante plantearse si es posible amarse ‘para siempre’. Esta es una pregunta que tenemos que hacernos. ¿Es posible amarse para siempre? Hoy tantas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, parece imposible.

Un joven le decía a su obispo: quiero hacerme sacerdote pero solamente por diez años. Es un miedo general, típico de nuestra cultura. Tomar decisiones para toda la vida parece imposible.

Hoy todo cambia rápidamente, nada dura mucho... Y esta mentalidad lleva a decir a tantos que se preparan para el matrimonio: “Estamos juntos mientras dure el amor”. Y después: “Te saludo y nos vemos”, y termina así el matrimonio. Pero ¿qué entendemos por amor?, es solamente un sentimiento, un estado psicofísico?

Claro que si es solamente esto no se puede construir encima nada que sea sólido. En cambio el amor es una realidad que crece, y podemos poner como ejemplo, como se construye una casa. Crece y se construye como una casa. Y la casa se construye juntos y no cada uno por su lado. Construir aquí significa favorecer el crecimiento.

Queridos novios, ustedes se están preparando para crecer juntos, para construir esta casa, para vivir juntos para siempre. No la cimienten en la arena de los sentimientos, que van y vienen, sí en cambio en la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer, de la misma manera que se construye una casa, que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza, de apoyo. Pero todo junto: afecto, ayuda, esperanza, apoyo.

Como el amor de Dios es estable y para siempre, así también el amor en el que se funda la familia queremos que sea estable y para siempre. ¡Por favor, no nos dejemos convencer por la ‘cultura de lo provisorio’, por esta cultura que nos invade a todos, porque esta cultura no va!

¿Cómo curarse de este miedo del ‘sí para siempre’? Se cuida día a día, confiándose al Señor Jesús en una vida que se vuelve un camino espiritual cotidiano, hecho de pasos, pasos pequeños, pasos de crecimiento común, compuesto por el empeño para volverse mujeres y hombres maduros en la fe. ¡Porque, queridos novios, el ‘para siempre’, no es solamente una cuestión de duración! Un matrimonio se logra no solamente por la duración, sino también es importante su calidad.

Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos. Me viene a la mente el milagro de la multiplicación de los panes: también para ustedes el Señor puede multiplicar vuestro amor y donárselo fresco y bueno de cada día. ¡Él tiene una reserva infinita!, Él les dona el amor que es el fundamento de vuestra unión y cada día lo renueva, lo refuerza. Y lo vuelve aún más grande cuando la familia crece con los hijos.

En este camino es importante, es necesaria la oración, siempre, él por ella y ella por él, y ambos piden juntos. Pidan a Jesús que multiplique vuestro amor. En la oración del Padre Nuestro nosotros decimos: “Dadnos hoy el pan nuestro cotidiano”. Los esposos pueden aprender a rezar también así: “Señor, dadnos hoy muestro amor cotidiano”, ¡Porque el amor cotidiano de los esposos es el pan, del alma, el pan que nos sostiene para ir adelante!


Esta oración veamos si sabemos decirla: Señor danos hoy nuestro amor cotidiano, digámoslo todos juntos, (Señor danos...). Otra vez. Y esta es la oración de los novios y de los esposos: enséñanos a amarnos y a querernos mucho. Más se confiarán en Él, más vuestro amor será siempre capaz de renovarse y le ganará a todas las dificultades. Esto es lo que quería responder a vuestra pregunta.

sábado, 15 de febrero de 2014

PALABRAS DE NUESTRO OBISPO; BENEDICTO XVI


Así se expresa nuestro Obispo recordando la figura de un gran Papa. El año pasado, por estos días, asistimos a la inusitada noticia de que el papa Benedicto XVI había decidido renunciar. El anuncio ocurrió el día 11 de febrero y entró en vigencia el 28 de febrero de 2013. La noticia fue sensacional y provocó en un primer momento la sorpresa general así como la inmediata expectativa sobre quién sería su sucesor. Ocho años antes, al fallecimiento del beato Juan Pablo II, fue él elegido para suceder a ese papa grande que dominó el escenario eclesial y mediático por más de un cuarto de siglo. Hoy, un año después de su renuncia, este artículo quiere ser un tributo a la figura del papa Ratzinger.

Subrayo en primer lugar la dimensión de campeón de Dios con que vivió su entero pontificado. Fue el papa que más nos ha hablado de Dios y no solo de las cosas concernientes a Dios o que quieren aproximarnos al misterio inefable, sino de Dios mismo, de su ser, de su presencia, de su gracia y de su acción. En tiempo en que muchos rasgos y actores de la cultura contemporánea quieren sacar a Dios de la cotidianeidad, de la vida pública, del discernimiento en el ámbito humano de las decisiones, el papa Benedicto fue infatigable en mantener el dedo en la tecla de Dios. 
Nada sin Él porque Él es principio y fundamento de todo y nada que lo ignore o que manipule su santo nombre. Teólogo de profesión y de vocación, Benedicto XVI ha sido el gran papa teólogo, el papa de la fe, seguramente el mejor teólogo que haya llegado en la historia a ocupar la silla de Pedro. A la vez, el hombre sencillo, intelectual, cortés y gentil, tímido y profundo que vivió como apasionado por la causa de Dios en sus diferentes épocas de la vida. Aun hoy, en la ancianidad y en el retiro nos manda un mensaje profundo y reconfortante: “Mi única y última tarea es sostener con la oración el pontificado de Francisco”.
Fue no solo el gran teólogo católico que nos habló siempre de Dios, de modo profundo, articulado y coherente sino que ha sido también el gran intelectual que ha defendido el lugar de la razón en la hegemonía de la interpretación de lo humano.
Frente a racionalistas que excluyen a Dios del discurso público y frente a fideístas y fundamentalistas que quieren situar el ámbito de lo religioso fuera del discurso racional, Benedicto XVI defendió siempre la profunda amistad entre fe y razón.
El papa Francisco es sin duda mucho más popular y mediático que Benedicto XVI así como el papa Juan Pablo II también lo fue. En los tres últimos papas encontramos personalidades y carismas diferentes que cada uno puso al servicio del ministerio petrino que, en fe, reconocemos viene del Espíritu Santo.

Benedicto XVI ha sido un gran papa y reconocerlo hoy me parece un tributo de justicia para quien ejerció su ministerio con valentía, enfrentando los problemas, incluidos los más tristes y graves que enfrentaba la Iglesia. Su renuncia fue un acto de amor y también un acto de profunda fe y de análisis racional para decidir lo mejor para la Iglesia en ese momento. Muchas gracias, Santidad. Texto Original 

viernes, 14 de febrero de 2014

EL VERDADERO SENTIDO DE LA AMISTAD



¿Qué hombre o mujer no ha hecho en su vida la experiencia de la amistad? La amistad es una experiencia humana hermosa, enriquecedora, humanizante y digna de los mayores elogios. Si Cristo fue verdadero hombre, ¿acaso se quiso privar en su vida de esta noble experiencia? 

La amistad es un valor entre los humanos y uno de los dones más altos de Dios. El mismo Dios se presenta como amigo de los hombres: un pacto de amistad sella con Abraham, con Moisés, con los profetas. Al enviar a Cristo se mostró como amigo de los hombres. Por los Evangelios sabemos que Jesús dio a esta amistad de Dios un rostro de carne viniendo a ser amigo de los hombres. Pero tuvo, evidentemente, amigos especiales e hizo la experiencia gratificante de la amistad, por ser verdadero hombre. 

¿Qué es la amistad?

El mundo en que vivimos está necesitado de amistad. Hemos avanzado tanto en tantas cosas, vivimos tan deprisa y tan ocupados, que, al fin, nos olvidamos de lo más importante. El ruido y la velocidad se están comiendo el diálogo entre los humanos y cada vez tenemos más conocidos y menos amigos.

Pero la amistad, es algo difícil, raro y delicado. Difícil, porque no es una moneda que se encuentra por la calle y hay que buscarla tan apasionadamente como un tesoro. Rara porque no abunda: se pueden tener muchos compañeros, abundantes camaradas, pero nunca pueden ser muchos los amigos. Y delicada porque precisa de determinados ambientes para nacer, especiales cuidados para ser cultivada, minuciosas atenciones para que crezca y nunca se degrade.

En la amistad el uno y el otro dan lo que tienen, lo que hacen y, sobre todo, lo que son. Esto supone la renuncia a dos egoísmos y la suma de dos generosidades. Supone, además, un doble respeto a la libertad del otro. La amistad verdadera consiste en dejar que el amigo sea lo que él es y quiere ser, ayudándole delicadamente a que sea lo que debe ser. 

Requisitos para ser amigos de Cristo.

Habría que preguntarnos qué requisitos se necesitan para entrar en el círculo de amigos de Jesús.

Jesucristo nos contesta en el Evangelio: "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando" (Jn 15, 14). Y lo que nos ha mandado Jesús es amarnos unos a otros, como Él nos ha amado. Él nos ha mandado rezar y vigilar. Él nos ha mandado ser mansos y humildes de corazón. Él nos ha mandado ser santos como su Padre celestial es santo. Él nos ha mandado cargar con su yugo. Y así podríamos seguir con todo el Evangelio. Ahí tenemos lo que Jesús nos ha mandado. Si lo cumplimos, seremos sus amigos.

Por tanto, para ser amigos de Jesús no es suficiente un amor de sentimientos, de emociones. Hay que amar a Jesús con un amor de entrega, de sacrificio, de fidelidad. Con un amor hecho obras. Obras son amores y no buenas razones. Texto Original

lunes, 10 de febrero de 2014

CANTO MISIONERO; INFANCIA MISIONERA

Partitura del canto ganador

El sábado pasado en nuestra Diócesis se llevó a cabo el concurso de cantos misionero, que representará a la Diócesis en las Obras Misionales Pontificias. Fue una experiencia muy bonita, al ver la creatividad y participación de muchos niños de la Infancia. El ganador del concurso fue la parroquia de San Bernardino, Patzún. El segundo lugar obtuvo la Parroquia de San Francisco d Asís Tecpan y el tercer lugar la parroquia de Yepocapa.


Agrademos a los asesores de todos los grupos por su participación y dedicación en este evento. 


   

viernes, 7 de febrero de 2014

APRENDER LA FE EN LA FAMILIA


El gran reto que vemos en muchas parroquias es la formación de los jóvenes y especialmente la asistencia en la misa. Vivir en un clima continuo de oración abre los corazones al mundo divino. Esa apertura necesita ir acompañada por el estudio de todos, tanto de los padres como de los hijos, para conocer a fondo el gran regalo de la fe católica. 

Vamos a comenzar las catequesis, medio para que los niños y jóvenes se preparen a la primera Comunión y a la Confirmación.  Animar a sus hijos.  Interesarse para que aprendan. Preocuparse de que asistan a sus catequesis.  No sean indiferentes a esta etapa de la educación de la fe de sus hijos.

En sus casas procure  La lectura y el estudio de la Biblia, especialmente de los Evangelios, resultan un momento esencial para conocer la propia fe.  

La lectura del Catecismo permite conocer la fe católica en sus aspectos más importantes. Además, une a la familia con toda la Iglesia, al acercarse todos y cada uno a aquellas enseñanzas que nos permiten tener vivos y actualizados contenidos que no son simple “doctrina”, sino que nos ponen en contacto con Cristo y con su Cuerpo Místico: con el Papa, los obispos, los sacerdotes, los demás creyentes; con la Iglesia purgante (la que espera en el purgatorio) y con la Iglesia triunfante (que ya participa en el Banquete de Bodas del Cordero).


A través de estas lecturas, los padres estarán preparados para enseñar la doctrina católica en casa, si esto fuera posible. Si los hijos van a clases de catecismo en la parroquia o reciben clases de religión en la escuela, los padres ayudarán mucho a sus hijos para ver si han entendido bien, si tienen dudas. Les preguntarán los temas que están aprendiendo, no para “controlar”, sino para saber por dónde van en la catequesis y así ayudarles a vivir lo que les explicaron.

jueves, 6 de febrero de 2014

MISA EN LOS COLEGIOS

La capilla

Hace unos cuantos meses se celebraba las bodas de oro al Colegio que lleva por nombre San Bernardino en este municipio de Patzún,  y hoy tuve la dicho de conocer las instalaciones de dicha institución. Un colegio que cuenta con varios alumnos (as) y con un amplio personal docente y las hermanas.

Fue un día muy hermoso, donde pude compartir con ellos la Santa Misa (diversificado) y luego las confesiones con algunos alumnos.

Que Dios bendiga a todos los alumnos y docentes de tan bendecido colegio.



sábado, 1 de febrero de 2014

LA PRESENCIA DE JESÚS SACRAMENTADO EN LAS COMUNIDADES

Hermoso llevar al Señor

El día de hoy tuve la dicha de celebrar la sagrada eucaristía en una comunidad llamada Chuiquel, en esta parroquia de San Bernardino de Siena, Patzún. Después de la Santa Misa, la procesión con el Santísimo en todas las calles de la comunidad. Literalmente fue una fiesta, quema de bombas, cohetes, alfombra en todas las calles, banda, altares, etc.

Regresé cansado lo tengo que reconocer, pero también regresé fortalecido al ver la fe en la Eucaristía de estos hermanos.


Que Dios los siga bendiciendo en la labor pastoral de esta comunidad. Y desde ya felicitarlos en su feria patronal.

Altares