La vergüenza |
De los análisis contemporáneos de la
vergüenza -y en particular del pudor sexual- se deduce la complejidad de esta
experiencia fundamental, en la que el hombre se expresa como persona según la
estructura que le es propia.
En la experiencia del pudor, el ser humano
experimenta el temor en relación al «segundo yo» (así, por ejemplo, la mujer
frente al varón), y esto es sustancialmente temor por el propio «yo». Con el
pudor el ser humano manifiesta casi «instintivamente» la necesidad de la
afirmación y de la aceptación de este «yo» según su justo valor. Lo experimenta
al mismo tiempo dentro de sí, como al exterior, frente al «otro». Se puede
decir, pues, que el pudor es una experiencia compleja también en el sentido
que, como alejando un ser humano del otro (la mujer del varón), al mismo tiempo
busca su cercanía personal, creándoles una base y un nivel idóneos.
Por la misma razón el pudor tiene un significado
fundamental en cuanto a la formación del ethos en la convivencia humana,
y especialmente en la relación varón-mujer. El análisis del pudor indica con
claridad lo profundamente que está arraigado en las relaciones mutuas, lo
exactamente que expresa las reglas esenciales en la «comunión de las
personas» y del mismo modo lo profundamente que toca la
dimensión de la «soledad» originaria del hombre. La aparición de la
«vergüenza» en la sucesiva narración bíblica del capítulo 3 del Génesis, tiene
un significado pluridimensional, y a su tiempo nos convendrá emprender de nuevo
su análisis.
En cambio, ¿qué significa su ausencia originaria
en el Génesis 2, 25: «Estaban desnudos sin avergonzarse de ello»?
Próximamente!!!!
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