Un claro ejemplo |
Enemigos
son aquellos que nos hicieron una injuria y no la han reparado todavía o
aquellos que nos odian. Hay que amar a
los enemigos no en cuanto enemigo, sino en cuanto hombre capaz de la eterna
bienaventuranza. En el A.T. se anunció el amor a los enemigos, pero Jesucristo
elevó el perdón y amor a los enemigo a la categoría de ley fundamental de la
Nueva Alianza. «Amen a sus enemigos oren por los que os persigue…» «si ustedes perdonan
también los perdonará...»
Odio de
enemistad: es
el que desea algún mal a una persona por considerarla mala en sí misma, se
opone al amor de benevolencia y de amistad y es la forma más extremista del
odio a una persona.
Deseo de
venganza: no
podemos pecar contra quien primero nos ha inferido un mal, antes vence el mal
con el bien.
Obligación de
otorgar signos comunes de amistad y afecto: Son los que se
ofrece de ordinario a los vecinos o conocidos, (saludo, responder a sus
preguntas) signos especiales, (conversar familiarmente, visitarse, escribirse)
y estas señales no se le puede negar al enemigo.
Amar al
enemigo obliga la reconciliación lo más pronto posible: de lo
interior es perdonar inmediatamente la ofensa ahora lo exterior, hay que
esperar el momento oportuno. En cuanto al orden: deberá tomar la iniciativa el
ofensor. Y si se ofendieron mutuamente deberá iniciar el que ofendió primero o
el que ofendió gravemente. El ofendido está obligado a perdonar al ofensor que
le pide perdón, si se niega, comete un pecado grave y no podrá ser absuelto.
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