miércoles, 12 de junio de 2013

EL PÁRROCO (SACERDOTE)


Es el hombre de Dios que hace viva y sensible la presencia de Jesucristo en medio del pueblo cristiano.

Es el hombre de Dios que está entre Dios y su rebaño, para dar a Dios el honor, la alabanza, la adoración por sus hijos, aún por aquellos que no reconocen u olvidan a su Pastor celestial.

Es el hombre de Dios que da al pueblo la verdad que salva, la gracia que santifica, que señala con el servicio y el ejemplo el camino de la felicidad eterna.

Es el hombre de Dios que implora la misericordia de Dios con la hostia divina y consigo mismo, hecho víctima por los pecados del pueblo; y por esto ora, suplica y llora ante el sagrario.

Es el hombre de Dios, a veces incomprendido, que se sacrifica trabajando en un terreno arenoso o lleno de cizaña y de espinas; que a menudo es calumniado, criticado y atacado.

Es el hombre de Dios a quien se le recuerdan muchos deberes y poco sus derechos; es un silencioso bienhechor de la humanidad, de los pobres, los enfermos, los afligidos, los infelices y los marginados del mundo.

Es el hombre de Dios que representa al Obispo en su parroquia; y que a través del Obispo representa a Dios. Todos deben estimarlo y seguirlo como el hombre de Dios; todos deben cooperar con el hombre de Dios.


Recemos por nuestros sacerdotes especialmente por nuestro párroco porque son los que llevan el peso de la parroquia. 

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