Imposición de las manos |
Desde las religiones más
antiguas la imposición de las constituye un símbolo de bendición. Profetas, sacerdotes
y otras personas consagradas imponían las manos para bendecir representando a
la misma divinidad. Se imponen también las manos para la curación de
enfermedades.
En el Antiguo Testamento
la imposición de las manos constituye una expresión visible de la transmisión
de una bendición. El mismo gesto expresa la transmisión de un cargo o misión,
el gesto significaba también la liberación de una opresión como la impureza o
el pecado.
Jesús impone las manos a
los niños como señal de bendición. La transmisión de la bendición mediante la
imposición de las manos se manifiesta también en las numerosas curaciones
milagrosas de Jesús.
En la reconciliación de
los penitentes o Confesión, al absolver al pecador, el sacerdote impone las
manos o al menos la mano derecha. Es señal de reconciliación, de perdón, de
acogida y al mismo tiempo de transmisión del don del Espíritu Santo, para que
mediante el don de la Penitencia el pecador pueda evitar el pecado y vivir
siempre en actitud de conversión.
En la Celebración
Eucaristía, la consagración es precedida por la imposición de las manos sobre
las ofrendas, acompañada por una fórmula de invocación del Espíritu Santo.
La Unción de los enfermos
también es precedida por una imposición de las manos, señal de bendición, de
sanación, de alivio y de transmisión de la fuerza del Espíritu Santo para que
el enfermo pueda ser aliviado.
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