lunes, 7 de julio de 2014

EL NOVIAZGO ( II )


Casarse no sólo por la propia felicidad sino por la felicidad del cónyuge y de los hijos. La felicidad verdadera les llega a los que son generosos. Ellos quieren dar sin esperar nada a cambio. Se sacrifican ellos mismos en cualquier aspecto por las personas que aman y de quienes son responsables. Amar significa dar y sacrificarse, sin pensar en uno mismo o en su propio bienestar.

Tener la intención correcta. El objetivo del matrimonio también es crear un hogar cristiano, es decir, tener hijos, educarlos en la fe cristiana y conducirlos al cielo.

Tener seria intención de contraer matrimonio válido. Es necesario recordar que sólo existirá una unión total cuando la persona está casada de acuerdo con las leyes de la Iglesia. Las relaciones sexuales deben reservarse para el matrimonio. Las condiciones y gracias adecuadas para empezar una familia sólo se encuentran en el matrimonio. Ceder a la tentación antes del matrimonio indica egoísmo, el cual es un detrimento serio para un futuro matrimonio. Además, ceder a la tentación oscurece el enlace de unidad que debe provenir del acto marital. Cuando se tienen relaciones sexuales prematrimoniales se corre el peligro de tener solo un "amorío" y elegir el compañero equivocado para el matrimonio.

Ser comprensivo, Hay que ponerse en los zapatos de la pareja. Conviene ser positivos y ponerse de acuerdo en las opiniones.

Vivir una buena vida católica. Se necesita la gracia de Dios como base para el futuro matrimonio. Conviene participar en la Santa Misa y recibir la Sagrada Comunión todos los domingos y lo más frecuentemente posible. También confesarse con regularidad.


Rezar juntos por un matrimonio santo y feliz. Al final de la vida Dios mismo pondrá en la balanza la forma en que se ha vivido la vida matrimonial. Hay que considerar el matrimonio a la luz de la eternidad del juicio de Dios y buscar su ayuda cuando se responde a esta vocación. Encomendarse particularmente a la Santísima Virgen María y a San José, quienes formaron la Sagrada Familia con Jesús, nuestro Salvador.

Por Pbro. Pablo Arce Gargollo y James P. Socías

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