martes, 15 de julio de 2014

EL NOVIAZGO ( VI )

¿Cuál es el plan de Dios para el sexo? ¿Cuáles son las diferencias básicas entre sexo y amor?

El propósito del sexo es la procreación y la unión conyugal entre esposo y esposa. Entre la importancia unificadora y la procreadora del acto matrimonial hay una conexión inseparable, establecida por Dios, que el hombre no puede romper por su propia iniciativa.

El acto marital al mismo tiempo une al esposo y a la esposa en la más estrecha intimidad y, juntos, los hace capaces de generar nueva vida. Esta unión fomenta la entrega mutua de los esposos. Por medio de esta entrega recíproca que es propia y exclusiva de ellos, el esposo y la esposa tienden hacia esa comunión de sus seres, donde se ayudan uno al otro para llegar a la perfección y así colaborar con Dios al engendrar y crear nuevos seres.

La Iglesia enseña que esos dos aspectos de las relaciones maritales —el fortalecimiento de la unidad interpersonal entre los esposos y la procreación de la nueva vida— son dos bienes inseparables. Son inseparables, no en el sentido de que deben lograrse ambos en cada acto de la intimidad conyugal, sino en el sentido de que uno no puede deliberadamente actuar contra cualesquiera de estos bienes en un acto marital.

Por estos motivos, el sexo sin matrimonio va contra el plan que Dios puso desde el principio.

La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte.

Las relaciones sexuales fuera del matrimonio demuestran el egoísmo contrario al plan de Dios. El sexo se ve, no como la entrega de una persona, exclusivamente y para siempre al otro, sino como la satisfacción de una urgencia o necesidad momentáneas, no más significativo ni más importante que la misma urgencia o la necesidad. Esto es, obviamente, incorrecto.

Pbro. Pablo Arce Gargollo y James P. Socías

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