Virgen del Carmen |
El Carmelo era sin duda, el monte donde
numerosos profetas rindieron culto a Dios. Los principales fueron Elías y su
discípulo Eliseo, pero existían también diferentes personas que se retiraban en
las cuevas de la montaña para seguir una vida eremítica.
La gran promesa, el privilegio de
preservación o exención del infierno para cuantos mueren revestidos con el
Escapulario Carmelitano. Orando con fervor a la Virgen Santísima. Simón Stock, General
de la Orden Carmelitana, se le apareció circundada de ángeles la Santísima Virgen
(15 de Julio de 1251) y entregándole, como prenda de su amor maternal y de
ilimitado poder, el Santo Escapulario, le prometió que cuantos mueren
revestidos de él no se condenarían. Las palabras de la Virgen fueron éstas:
"El que muriere con el Escapulario no padecerá el fuego del
infierno".
Para merecer la primera Promesa de la
perseverancia final, se requiere haber recibido el Escapulario de manos de
sacerdote, llevarlo siempre puesto, especialmente en la hora de la muerte, e
inscribir el nombre en el libro de la cofradía.
Para ganar la segunda Promesa, el
privilegio Sabatino, sobre los tres requisitos anteriores, se exige guardar
castidad, según el propio estado, rezar siete padrenuestros, 7 avemarías y 7
glorias.
El Beato Juan Pablo II escribe esta hermosa
oración: "También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el
Escapulario del Carmen! Por ello, pido a la Virgen del Carmen que nos ayude a
todos los religiosos y las religiosas del Carmelo y a los piadosos fieles que
la veneran filialmente, para crecer en su amor e irradiar en el mundo la
presencia de esta Mujer del silencio y de la oración, invocada como Madre de la
misericordia, Madre de la esperanza y de la gracia".
Saludamos a las hermanas Carmelitas
Misioneras de Santa Teresa, que Dios las bendiga abundantemente en vocaciones.
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