Hay un tiempo y un lugar para cada cosa. Para el sexo, el tiempo y el lugar es dentro del matrimonio, el cual da la gracia a los esposos para amarse en caridad cristiana.
Durante
"el compromiso", se da una revelación gradual de la verdadera persona
para con el otro. Sólo dentro del matrimonio alcanza la sexualidad humana su
sentido completo y la perfección que sirve como vehículo para un amor mutuo,
exclusivo, permanente y de entrega entre un hombre y una mujer. El sexo no
puede ser una manifestación de amor si viola el plan de Dios. Las parejas que
se acercan a la Iglesia para solicitar el sacramento del Matrimonio están
rechazando muchas de las nociones limitadas de la sociedad sobre la sexualidad.
Cuando una sociedad permite que el comportamiento sexual rompa sus ataduras en el amor humano y en el matrimonio; cuando trata al sexo como un mecanismo de placer personal, ésta fomenta una mentalidad destructiva y disminuye el valor del compromiso personal y de la propia vida humana.
Cuando una sociedad permite que el comportamiento sexual rompa sus ataduras en el amor humano y en el matrimonio; cuando trata al sexo como un mecanismo de placer personal, ésta fomenta una mentalidad destructiva y disminuye el valor del compromiso personal y de la propia vida humana.
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