Jesús lo dijo con
toda claridad: ¿de que le sirve al
hombre ganar el mundo si pierde su alma? También nos lo enseñó el santo
hermano Pedro recordando que un alma tenemos y si la perdemos no la recobramos.
La vida del alma
debe crecer hasta lograr la plena comunión con Dios. Cada día crece con la
gracia o se enferma con el pecado. Nosotros debemos recordad que la vida pasa y
mientras estamos en la tierra se nos da esa oportunidad de vivir para siempre.
Se nos da un camino de felicidad verdadera. Un camino no fácil pero seguro.
Como jóvenes no nos
dejemos engañar por todo lo que brilla, porque no todo lo que brilla es oro,
tampoco debemos engañarlos por todo lo bonito, porque no todo lo bonito es
bueno, lo bueno siempre cuesta, cuidar
nuestra alma es un reto, un reto que vale la pena tomar.
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