Hace unos días un joven se detuvo a
saludarme y con una pequeña inquietud, los buenos deseos no cabe duda que
siempre existe, pero las renuncias muchas veces es el gran factor del
llamamiento. Una de tantas preguntas de este muchacho era el tema del celibato,
intenté de explicarlo y al parecer ya optó otro modo de santificar su vida, es
decir en la vida matrimonial. Que alegría él porque el matrimonio también es
una vocación que te conduce a la santidad. Veamos un poco lo que es el celibato
para aquellos que lo preguntan.
El celibato es un don, una propuesta
y una tarea. Quien lo recibe no está exento de lucha para mantenerse fiel a ese
carisma a lo largo de su vida. Así lo explica la Exhortación postsinodal
Pastores Babo vobis: «Puesto que el carisma del celibato, aun cuando es
auténtico y probado, deja intactas las inclinaciones de la afectividad y los
impulsos del instinto, los candidatos al sacerdocio necesitan una madurez
afectiva que capacite a la prudencia, a la renuncia a todo lo que la pueda
poner en peligro, a la vigilancia sobre el cuerpo y el espíritu, a la estima y
respeto en las relaciones interpersonales con hombres y mujeres». Aquí entra la
virtud de la castidad, que «viene a ser como un aprendizaje en el dominio de
sí»
Si todos los bautizados están
llamados a una vida casta según su estado de vida particular, los que renuncian
al matrimonio propter rcgncun coelorurn, lo viven con un corazón indiviso para
dedicarse fácilmente a Dios y a sus hermanos. «La madurez afectiva de los que
viven el celibato supone ser conscientes del puesto central del amor en la
existencia humana». Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión
personal de amor. Con la
Creación , ha inscrito en la humanidad del hombre y de la
mujer la vocación, y consibuientementc, la capacidad y la responsabilidad del
amor y de la comunión.
Por eso, la madurez afectiva ha de
saber incluir dentro de las relaciones humanas de serena amistad y profunda
fraternidad, un gran amor, vivo y personal, a Jesucristo. Lo cual exige, como
veremos más adelante, la guarda del corazón y de los sentidos. Pero antes hemos
de analizar el importante papel que desempeña la afectividad en la vida de la
persona célibe.
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