domingo, 3 de agosto de 2014

LA ALIANZA ENTRE DIOS Y SU PUEBLO

Lugar donde se dio la multiplicación de los panes

El Señor nos hace una vez más la llamada a la conversión, a beneficiarse de sus dones salvíficos que se reparten gratuitamente: «Venid a las aguas» «venid a Mí» «buscad al Señor» «que el impío deje su camino».
En su origen la llamada se dirige a los exiliados en Babilonia, para que vuelvan a Jerusalén; pero la exhortación transciende cualquier concreción histórica para convertirse en permanente y universal. Puede ser entendida desde la fe cristiana como un anticipo de la nueva y eterna Alianza sellada con la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, prenda de salvación para toda la humanidad.

En la Eucaristía, banquete de la Nueva Alianza, se hacen plena realidad las palabras del profeta en las palabras que el Señor pronunció al instituir este sacramento: «Tomad y comed» el verdadero pan de vida, el manjar más exquisito, que no se puede comprar con nada. Por eso la invitación del profeta sigue siendo una llamada a que el cristiano se beneficie de la Sagrada Eucaristía.

Pablo VI, exhortando a los fieles a participar en la celebración dominical, escribía: «¿Cómo podrían abandonar este encuentro, este banquete que Cristo nos prepara con su amor? ¡Que la participación sea muy digna y festiva a la vez! Cristo, crucificado y glorificado, viene en medio de sus discípulos para conducirlos juntos a la renovación de su resurrección. Es la cumbre, aquí abajo, de la Alianza de amor entre Dios y su pueblo: signo y fuente de alegría cristiana, preparación para la fiesta eterna».

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