sábado, 9 de agosto de 2014

HUMANIDAD Y AMBIENTE; "PAN PARA HOY, HAMBRE PARA MAÑANA".

Las imágenes hablan por si mismos

Palabras de Monseñor Gonzalo de Villa en su artículo en Prensa Libre: Quiero en este artículo exponer algunas consideraciones de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la relación entre la humanidad y el medioambiente para iluminar desde un plano universal tesis y posturas locales al respecto.

La pretensión de ejercer un dominio absoluto sobre las cosas por parte de seres humanos, con indiferencia a consideraciones de orden moral, no puede ser aceptada.

Un largo proceso histórico y cultural ha producido una tendencia a la explotación inconsiderada de los recursos de la creación. Dicho en otras palabras, la explotación de los recursos ha llegado a extenderse y a ser hegemónica. Por ello el ambiente como recurso pone en peligro el ambiente como casa. De hecho, se ha difundido y prevalece una concepción reductiva que entiende el mundo natural en clave mecanicista y el desarrollo en clave consumista. Como consecuencia, el primado atribuido al hacer y al tener más que al ser, es causa de graves formas de alienación humana.

Siendo muy clara esta posición, la Doctrina Social también afirma con claridad que la naturaleza por sí misma no puede ser absolutizada ni colocada, en dignidad, por encima de la persona humana. La Iglesia no acepta la divinización de la naturaleza o de la tierra porque Dios solo hay uno. Esto último nos remite también a una reafirmación clara de la fe de la Iglesia de que la naturaleza no puede entenderse al margen del concepto de creación. La cultura cristiana ha reconocido siempre en las criaturas que rodean al hombre otros tantos dones de Dios que se han de cultivar y custodiar con sentido de gratitud hacia el Creador.

La preocupación de la Iglesia en su doctrina social sobre estos temas subraya también la responsabilidad humana de preservar un ambiente sano e íntegro para todos. Esto es así porque la tutela del medioambiente constituye un desafío para la entera humanidad. Hay que respetar un bien colectivo destinado a todos, impidiendo que se puedan utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados, como mejor apetezca. Hay que tratar con sentido de responsabilidad y proteger adecuadamente el valor ambiental de la biodiversidad porque constituye una riqueza extraordinaria para toda la humanidad. En ese sentido los bosques contribuyen a mantener los esenciales equilibrios naturales y, por el contrario, su destrucción acelera procesos de desertificación. La protección del patrimonio forestal es fundamental y la reforestación, ineludible cuando se han perdido masas importantes de bosque.

La responsabilidad sobre el medioambiente ha de incorporar las exigencias del futuro y de próximas generaciones porque, de lo contrario, solo estaremos haciendo válido el viejo dicho de que "pan para hoy, hambre para mañana". A cada Estado, en su territorio, le corresponde la función de prevenir el deterioro de la atmósfera y de la biosfera. Ello incluye ofrecer garantías a sus ciudadanos de no verse expuestos a agentes contaminantes o a residuos tóxicos.

Dejo, por razones de espacio, para próximo artículo consideraciones adicionales importantes.



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