Para este día hemos de
preparar todo lo necesario para una misa bien celebrada, bien solemne, en la
que destacaremos el ofertorio con las ofrendas del pan y el vino eucarísticos,
con el pan necesario tanto para la comunión del Jueves, que tendría que ser
bajo las dos especies, como para la comunión del Viernes, que tendrá que ser
con la reserva del sagrario; y también, como dice el misal, la colecta para los
pobres.
Hoy, en lo «pilla o en el
altar del Santísimo, el sagrario tendrá que estar vacío y con la puerta bien
abierta. Y, si se quiere, se puede prever una discreta ambientación ornamental
para después para cuando llevemos la reserva eucarística. Para esto ya podemos
tener una mesita, convenientemente preparado el humeral para poder llevar el Santísimo.
Y también el incensario, la cruz procesional y los candeleros o los cirios para
la pequeña procesión que haremos hasta el sagrario. Por tanto, sino lo tenemos
ya fijo, hay que prever una capilla o un lugar adecuado para la Reserva
Eucarística, con toda la ornamentación que parezca oportuna, pero sin pasarse.
Si se efectúa el lavatorio
de los pies, que es un signo recomendable y bien visible del evangelio del
Jueves Santo, ya sea con doce personas menos, debemos pensar en sus sillas
correspondientes, como así también la jarra, las toallas; y una jofaina con jabón
para después.
Y recordemos que, al final
de la misa no hay despedida ni bendición. Lo que se hace es llevar el Santísimo
al Sagrario, en un lugar adecuado y sin despedida, seguidamente, aunque sea
ante la gente que se queda a rezar.
Con mucha discreción, se
desnuda totalmente el altar sin que quede nada encima de él; también se quita
todas las cruces.
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