sábado, 17 de agosto de 2019

HE VENIDO A TRAER FUEGO A LA TIERRA

A ejemplo del Maestro debemos de predicar

En varios aspectos se asemejan el profeta Jeremías y el Señor Jesús. Ambos aprendieron a mirar críticamente la vida y las prácticas religiosas celebradas en el templo de Jerusalén; esa claridad de miras les acarreó hostilidades y persecuciones. Uno y otro fueron generadores de controversias, dividieron la opinión en Israel, consiguiéndose seguidores y adversarios. 
El Señor Jesús replanteó profundamente la manera de entender y vivir la relación con Dios, cuestionó creencias y prácticas arraigadas y por eso mismo, perturbó e incomodó a unos y entusiasmó a otros. La soberana libertad y la seguridad con la cual hablaba en nombre del Padre, implicaba definirse a favor o en contra de sus posturas. Al distanciarse de las tradiciones vigentes, resultó un desafío incómodo. Jesucristo vivió con una personalidad definida que no podía pasar desapercibida ante nadie.

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