Queridos hermanos por la fe creemos que la presencia de Jesús en la hostia
y el vino no es sólo simbólica sino real; esto se llama el misterio de la
transubstanciación ya que lo que cambia es la sustancia del pan y del vino; los
accidentes es decir, la forma, color, sabor, permanecen iguales.
El Vaticano II nos presenta “la celebración del sacrificio eucarístico”
como “la raíz, el centro y la cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana.
La eucaristía, añade el concilio, “contiene todo el tesoro espiritual de la
Iglesia” y es la fuente y la cima de toda la evangelización”.
La finalidad de la institución de la eucaristía que nos presenta el papa
Pío XII: “A fin de permanecer con nosotros hasta el fin de los siglos”; dicho
de otra manera, hasta el fin de la historia universal. ¿Por qué? Precisamente
Cristo quiere permanecer con nosotros para salvarnos aplicándonos los méritos
de su pasión, y de este modo ser amado por nosotros y poder luego ofrecernos a
su padre en Él y con ÉL.
FRUTOS QUE PODEMOS OBTENER DE LA
EUCARISTÍA
Al recibir la Eucaristía, nos
adherimos íntimamente con Cristo Jesús, que quiere transmitirnos su gracia.
La comunión nos separa del pecado, es
este el gran misterio de la redención, pues su Cuerpo y su Sangre son
derramados por el perdón de nuestros pecados.
La Eucaristía fortalece la caridad,
que en la vida cotidiana tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra
los pecados veniales.
La Eucaristía nos preserva de futuros
pecados mortales, pues cuanto más participamos en la vida de Cristo y más
progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper nuestro vínculo
de amor con Él.
La Eucaristía es el Sacramento de la
unidad, pues quienes reciben el Cuerpo de Cristo se unen entre sí en un solo
cuerpo: La Iglesia.
Adoración |
Gracias P. Carlos por el tema tan oportuno.
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