A
los escritores cristianos que sobresalieron en los primeros siglos por su
santidad de vida, ortodoxia de su doctrina (enseñaron la verdadera fe de la
Iglesia) que tuvo tanta trascendencia para la defensa de la doctrina y para
exponer teológicamente la verdad revelada y que testifican la Tradición viva de
la Iglesia, se les nombró Padres de la Iglesia.
Destacan: San Ireneo,
San Atanasio, San Basilio, San Gregorio de Nisa, San Juan Crisóstomo y San
Cirilo de Alejandría, que escriben en griego (se suelen llamar “Padres
griegos”); San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio, que escriben
en latín (“Padres latinos”).
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