A través de los pastores,
Cristo da su Palabra, reparte su gracia en los sacramentos y conduce al rebaño hacia
el Reino: Él mismo se entrega como alimento en el sacramento de la Eucaristía,
imparte la Palabra de Dios y su Magisterio, y guía con solicitud a su Pueblo.
Jesús ha procurado para su Iglesia pastores según su corazón, es decir, hombres
que, impersonándolo por el sacramento del Orden, donen su vida por sus ovejas,
con caridad pastoral, y fortaleza. San Agustín hablaba frecuentemente de esta
exigente responsabilidad del pastor dice; «Este honor de pastor me tiene
preocupado, pero allá donde me aterroriza el hecho de que soy para ustedes, me
consuela el hecho de que estoy entre ustedes. Soy obispo para ustedes, soy
cristiano con ustedes».
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