La Misa crismal, en la
cual el Obispo que concelebra con su presbiterio, consagra el santo Crisma y
bendice los demás óleos, es una manifestación de la comunión existente entre el
obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo.
Para esta Misa ha de convocarse a los presbíteros de las diversas partes de la
diócesis para concelebrar con el obispo; y ser testigos y cooperadores en la
consagración del Crisma, del mismo modo que en el ministerio cotidiano son sus
colaboradores y consejeros.
La Misa crismal se
celebra, conforme a la tradición, el jueves de la Semana Santa. Sin embargo, si
es difícil para el clero y el pueblo reunirse aquel día con el Obispo, esta
celebración puede anticiparse a otro día, pero siempre cercano a la Pascua. El
nuevo Crisma y el nuevo óleo de los catecúmenos se han de utilizar en la
celebración de los sacramentos de la iniciación en la noche pascual.
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