«El Rosario, en efecto,
aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la
cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de
todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la
oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la
Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano
aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a
experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente
obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas
manos de la Madre del Redentor».
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