El buen Dios nos ama tanto
que nos ayuda, en nuestra debilidad, a amar siempre. Solo quiero amarle y amar
lo que Él ama. Con mis fuerzas poco puedo; pero con su ayuda aprenderé a amar:
con tan buen Maestro se ama y se sirve, evitando dilaciones o distracciones. Amar
y más amar.
No olvidemos de rezar por
todos los sacerdotes enfermos de nuestra Diócesis y del mundo entero.
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