Yo soy la Vid y ustedes los sarmientos |
El evangelio de hoy, Quinto Domingo de Pascua, se
inicia con la imagen de la viña. Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la vid
verdadera y mi Padre es el viñador”. Encontramos, en la biblia, a Israel se le
compara con la viña fecunda cuando le es fiel a Dios; pero si se aleja de Él,
se vuelve estéril, incapaz de producir aquel “vino que recrea el corazón del
hombre”, como canta el salmo 104.
La viña verdadera de Dios, la vida verdadera, es
Jesús, quien con su sacrificio de amor nos da la salvación, nos abre el camino
para ser parte de esta viña. Y como Cristo permanece en el amor de Dios Padre,
así los discípulos, sabiamente podados por la palabra del Maestro, si están
profundamente unidos a Él, se convierten en sarmientos fecundos, que producen
cosechas abundantes.
San Francisco de Sales escribe: “La rama unida y
articulada al tronco rinde fruto no por su propia virtud, sino en virtud de la
cepa: nosotros estamos unidos por el amor a nuestro Redentor, como los miembros
a la cabeza; por eso es que las buenas obras, portando el valor de Él, merecen
la vida eterna”.
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