En la Carta a los Hebreos,
Cristo es presentado como el Gran Sacerdote de la Nueva Alianza, Jesús nunca se
llamó a sí mismo sacerdote; los evangelistas le dan ese título. El Salmo 110 ya
había descrito al Mesías como Rey-Sacerdote; «Tú eres sacerdote para siempre
según el rito de Melquisedec». Junto al Salmo 110, con su clara profecía en
toro a la naturaleza sacerdotal del Mesías, es necesario tener presente la
clara afirmación en el Antiguo Testamento de que el Mesías salvaría a su pueblo
mediante sus sufrimientos. En este aspecto, destacan los poemas del Siervo de
Yahvé.
Que Jesucristo Sumo y
Eterno Sacerdote, protege a todos los sacerdotes del mundo entero, para que
sigan con fidelidad en su ministerio a Jesucristo.
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